Oír hablar a la dirigencia de la oposición venezolana es pensar en una gente que perdió por completo el respeto por nuestro país y quienes aquí vivimos. Con la Constitución y demás leyes de la República han hecho lo que les da la gana. Agreden, insultan, descalifican y retan a cada rato a la dirigencia gubernamental e instituciones del estado en clara demostración de sentirse guapos y apoyados. Se portan como guapetones, y son los propios choros y malandros devenidos en políticos.
La Venezuela decente aún está sorprendida por el comportamiento del candidato doblemente derrotado, aquella noche del 14 de abril cuando desconociendo los resultados emitidos por el CNE llamó a la violencia callejera, con el resultado de 11 compatriotas asesinados en diferentes estados, agresiones y hostigamiento a los CDI y locales del PSUV. Curiosamente, hasta los momentos, sobre todo cuanto ocurrió en esos días no hay un solo preso. Lo lamentable es que este mismo personaje sigue llamando a incendiar el país, a tumbar el gobierno, al magnicidio, a dar golpe de estado y no pierde oportunidad para desacreditar el gobierno y el país en cualquier escenario.
Con desparpajo observamos el comportamiento de esa dirigencia que se le descubren conversaciones que delatan todo su accionar malévolo y agresivo contra la Revolución Bolivariana. Imploran una intervención militar para acabarla de un solo porrazo. Apuestan a la muerte. Quieren seguir viendo sangre y un país sumido en la violencia.
Es altamente lamentable cuanto ocurre en esta gente de la oposición que ha perdido la sindéresis y la capacidad de razonar se les fue a la porra. Para ellos nada importan los valores, la ética y el respeto, Prueba de ello es que se han convertido en verdaderos rateros y ladronzuelos. Extorsionan a diestra y siniestra a comerciantes en sus espacios de gobierno. Es normal que su dirigencia frecuentemente sea reseñada recibiendo dinero de manera ilegal.
La actuación de la oposición que vive en nuestro país es típicamente mercenaria. Llamar al asesinato de compatriotas, a la desestabilización y a la intervención, como lo ha venido haciendo el candidato derrotado dos veces en menos de seis meses, no tiene otra calificación que mercenarios. Que los sorprendan recibiendo dinero, reuniéndose con declarados enemigos de nuestro país, incentivando la guerra mediática, apoyando a los acaparadores de los alimentos y hasta comprando aviones de guerra para atacarnos nos hablan claramente de quienes perdieron la poquita vergüenza que podían tener. Mil veces se los dijo nuestro Presidente Chávez: No tienen corazón. No tienen patria.