Con el mayor tiempo en pantalla los medios privados posicionaron el caso de Richard Mardo como tema principal en esta semana, dedicándole un 50% en la agenda televisiva. El diputado filantrópico y su condena política en la AN, el allanamiento de su inmunidad, mereció una concentración en su honor dirigida por HCR, por un lado, y por Ramón Guillermo Aveledo por otro, a quien al parecer se le olvidó el latín y por eso todavía no hay letra para el tedeum consagratorio de San Mardo.
Este episodio orientó el discurso opositor a responsabilizar al Gobierno de tomar medidas anticonstitucionales y de atacar la voluntad popular, además de desacreditarlo e ilegitimar la gestión de los primeros 100 días del Presidente Maduro, haciendo énfasis en que las acciones contra el Robín Hood maracayero responden a una orden de Maduro, quien busca callar las voces de los dirigentes opositores.
La agenda opositora mostrada en TV no tiene desperdicio: a todo lo señalado hay que agregar que se remarcó la matriz que oxigena a la MUD: el fracaso de la Gestión del Gobierno con frases como “el gobierno se está hundiendo” y “ha perdido la brújula” y creando la sensación de Crisis Económica y “la equivocación del modelo chavista”, dedicándole así 4.528 segundos al aire.
Pero en medio de esta Cosiata del siglo XXI se deslizó el espanto de la Momia de Guanajuato de Diego Arria, esta vez en el cuerpo presente de María Corina Machado, acompasado por el viajero errante de HCR: alguien les sopló al oído (¿en Chile, Colombia, en el Departamento de Estado, un susurro sionista?), que Arria había dado en el clavo: minar el campo revolucionario, o al menos amenazar, con un golpe constituyente.
El primer paso: convertir las elecciones del 8-12 en un trampolín plebiscitario para lograr esa “nueva mayoría” y así lanzar el misil de una Constituyente, que de lograrse, nos devolvería a la oscuridad fascista de la IV.
