Yo nunca pensé que iba a vivir mis últimos años en un régimen comunista. ¿No me explico cómo los venezolanos dejaron que llegara a Miraflores un comunista como Nicolás Maduro, que fue formado en la Cuba de Fidel y Raúl, desde sus años de mozuelo? Pero así son las vainas en este país: una cosa piensa el burro y otra quien lo va a montar, reza un viejo dicho popular. Mi familia, desde que llegó Maduro al poder, no ha podido comprar un carrito chino, porque se agotan, de hoy para mañana. Los centros comerciales viven full, y cada día construyen uno nuevo. En los días de vacaciones no se encuentran boletos de avión para viajar a Cancún, Miami y Orlando, o algún paraíso europeo. Las camionetas “Hummer” ocupan las calles y avenidas. Los celulares de 20 palos en adelante, se venden antes de llegar a las vidrieras. Las tiendas de marcas no se dan basto para atender a tanta gente que no entra a mirar, sino a darle duro a los plásticos de crédito o débito. Hemos debido vivir en comunismo desde hace rato.
Un chamo amigo, de un hijo mío, dijo, en una de esas visitas, indeseables, “he pensado emigrar para los Estados Unidos. Tengo un amigo allá que me está animando. El dice que no me preocupe por el idioma, que para trabajar en la industria de la construcción no se requiere el dominio del inglés. En los restaurantes de los cubanos, también se consigue “chamba”. Y dice mi amigo que para mi novia, si desea acompañarme, también hay muchas ofertas de trabajo en las casas de los ricachones, cubanos y americanos. Y cáiganse para tras, también podría trabajar lavando carro, o en un establecimiento de comida chatarra o basura, como la llaman. ¿Qué les parece? ¿Irme a perseguir el sueño americano?”.
Y siguió su perorata el muchachón: “un profesional como yo, que me quemé las pestañas y me comí los libros en la universidad para lograr un diploma, con algunas ayudaditas de los profesores, pero lo tengo, y diploma es diploma, voy a lavar platos o carros, en Miami. ¿Qué piensas ustedes? ¿Espero que Henriquito Capriles vuelva a ser candidato y gane las presidenciales a Nico, o a Diosdado, o al mismísimo Tareck El Aissami? ¿Y cómo mantengo mi “hummer”, color vino tinto, que me regalo el “pure” por el diploma? ¿Qué de mi “Samsung S-4”? ¿Dejar esta vida de bonche en Playa El Agua, los fines de semana? ¿Y mi noviecita del Country, que la mantengo engañada que soy un alto ejecutivo de una transnacional? ¡Carajo! Voy a tener que consultar a un brujo, o internarme en las montañas de Sorte. Coño en este régimen comunista no pego una, como dice Canache. Pero les juro que no voy a “comerme un cable” en Miami y menos besarles el c… a los gusanos mayameros, prefiero mil veces, hacerme el loco y ponerme una camisa roja y una gorra del 4 F. De pronto se la “comen” y me dan un puestecito donde haya, como en los viejos tiempos”
“Les cuento -explica el muchacho- un día una “pure” visitó a la mía, y le cayó a verborrea. Le dijo que un tal Carlos Marx y un tal Lenin, eran los culpables de esta vaina que está viviendo Venezuela. “Maimother”, oía como embrujada. La vejete dijo que este Nicolás Maduro no era venezolano. Que había nacido en Cúcuta o en Villavicencio. Pero que era colombiano de pura cepa y que se había educado en la antigua Unión Soviética, ahora la Rusia de un tal Putin. Y se había graduado de revolucionario en la Universidad “Patricio Lumumba”, dizque e honor a un “niche” que luchó por su país africano, pero lo cazaron como a un león, lo enjaularon y que luego lo asesinaron a palos. A Nico, dizque luego, lo habían preparado los cubanos para que fuera presidente, si fallaba Chávez. Les cuento esto porque se lo oí a la “pure”, mientras “maimother”, asentía con la cabeza. Yo salgo, ya para un Mall a comprarme una camisa roja, pero de marca. La gorra 4-f, se la quito prestada a un brothercito de la clase que está debajo de la media, o sea de la mía. Chao”.