La respuesta es sencilla. Seguramente hasta que sus integrantes se les ocurran pensar en tener un proyecto político democrático, asuman el respeto a su país y no permitan ser manipulados por centros de poder extranjero.
Resulta que a la oposición que hoy existe en Venezuela le resulta difícil dar tales pasos. Se han entregado de tal manera a los brazos de los poderes estadounidenses que les resulta difícil asumir un proceso de reflexión interna. Niegan la patria y se burlan de quienes la defienden. Lo que aquí ocurra o deje de ocurrir, mientras sea lo peor, es mejor para sus planes. Asumen la subordinación y se portan como mandaderos sin el mínimo escrúpulo.
En estos días preelectorales, como en otras ocasiones, su cartilla es la misma. La de cada elección. La guerra económica y sicológica con toda intensidad. Ellos han puesto en práctica varias hipótesis para tratar de amilanar al pueblo en general y de manera especial a los millones de seguidores del chavismo.
Han emprendido una manifiesta descalificación del Presidente Nicolás Maduro. Afirman que Chávez no es Maduro. Curiosamente reconocen ahora, para sustentar tal idea, la obra trascendente y liderazgo de Chávez. Sólo ellos han tenido esa duda. Ocurre que el Presidente Maduro, con su manera y estilo propio, con el compromiso de continuar la obra emprendida por el Líder Supremo, se ha dedicado a darle fortaleza y profundidad a esta Revolución Bolivariana.
Es tan macabro el plan de la oposición que se frotan las manos en la espera de un estallido social. Juran que el acaparamiento de algunos productos hará que el pueblo se levante y sea reprimido, para ellos hacer el llamado a la intervención extranjera. Así piensan.
Se portan como lo peorcito. Se olvidaron que ellos fueron precisamente quienes con aquel paro criminal del 2002-03, pretendieron doblegar al pueblo... ¡Y no lo lograron! Cerraron los comercios, pararon los servicios, paralizaron recreaciones como el beisbol y hasta quisieron aguarnos las navidades. Bien feo que les quedó.
Ahora resulta que esta oposición pretende lo mismo. Niegan rotundamente la aplicación de medidas anticorrupción porque esa es su forma de vida. Viajan y viajan a buscar asesoría y financiamiento. Se arrastran ante el poder extranjero. Guardan silencio ante el paramilitarismo, el narcotráfico y aplauden las amenazas de los gringos.
No hay dudas. En contraposición al ideario de identidad, patria y soberanía que nos legó Chávez, esta oposición se presta a la entrega de nuestro país a la rapiña extranjera. Han vendido su alma al diablo y hoy se comportan como verdaderos lambucios.