Todo se ha ido dando con pasmosa exactitud aunque, tal vez, los tiempos en las reacciones de los “habituales” parezcan un poco desfasados. Por ejemplo, el ex presidente de Costa Rica, Oscar Arias, salió con una posición adelantada al hacer su balance sobre la situación en Venezuela, en un mensaje difundido por la diputada María Corina Machado en su cuenta de tuiter, la noche del 12 de febrero. Evidentemente, todo debió consumarse, según el guión, ese día, pero al registrarse las lamentables muertes de Bassil Dacosta y Juancho Montoya, la reacción del gobierno de ordenar la detención del ex alcalde de Chacao, Leopoldo López, principal dirigente de las escaramuzas, e Iván Carratú (quien estuvo al lado de Carlos Andrés Pérez el 4F de 1992), neutralizó con creces la acción golpista.
Pero lo que vino después, y da cuenta del tremendo poder foráneo que tienen esos sectores, anima esta humilde reflexión y es que ahora tenemos un nuevo actor ¿político?: la industria del entretenimiento que mete sus manos en Venezuela, alentada por quienes desde fuera atizan y “venden” una situación de guerra civil en nuestro país. Ya perdimos la cuenta de la cantidad de fotos trucadas o pertenecientes a otras situaciones que se muestran como si hubiesen sido tomadas ayer u hoy en Caracas, pero eso es un recurso hasta “normal” en esto de la guerra de cuarta generación.
Lo que sí es un “tubazo” es que una cantante como Rihanna, natural de Barbados, quien por concierto cobra la módica suma de 10 millones de dólares, y hasta más de 100 millones de dólares si le piden sentarse en el “Front Row” de la moda, desvíe su mirada hacia Venezuela y pida rezar por…¡Nosotros!. La chica, que ha debido aclararse la piel (sus fans preguntan si es blanca o negra o si sus ojos claros son naturales) y plancharse el pelo para poder encajar en el estereotipo de esa industria, acaba de grabar un video “caliente” con Shakira cuyas ganancias aún no se han medido. A Rihanna le siguió el actor Jared Leto, integrante de la banda 30 Seconds To Mars y reciente ganador de un Globo de Oro…Leto también ha lanzado un mensaje de tuiter solidarizándose con mis “hermanas y hermanos” de Venezuela, ante las informaciones exportadas por los sectores de oposición sobre la cruenta guerra interna que al parecer libramos ¿dónde? Pues…en “el este del este”.
Pero esta nueva variable en el menú de protestas opositor, que pone a opinar sobre Venezuela a gente que nunca ha pisado pero ni en sueños esta Tierra de Gracia, y que por consiguiente no conocen su realidad, opera básicamente desde tuiter y sus impulsores han buscado a los que más seguidores tienen. Leto, por ejemplo, se ha dado a la tarea de “retuitear” cuanta foto le llega desde Venezuela sin ni siquiera tomarse la molestia de verificar la fuente y de esta manera han circulado millones de mensajes falsos, trucados o en el mejor de los casos, distorsionados.
La oposición ha echado mano incluso de formatos que rápidamente se posicionan en las redes y que ganan la atención de los medios de comunicación internacionales más por su espectacularidad que por sus contenidos, como por ejemplo el hecho de que las madres oposicionistas (emulando a las históricas y sufridas de la Plaza de Mayo en Argentina), se vistan de blanco y se aposten en la Plaza Sadel de Las Mercedes. Ellas que no han vivido (ni vivirán) ni la mitad de lo que aquellas gloriosas mujeres, a causa de una cruenta dictadura que, por supuesto, no tenemos en Venezuela.
Es interesante recordar que históricamente los mecanismos de influencia de Estados Unidos en América Latina han sido entre otros: las agencias internacionales de noticias; las agencias internacionales de publicidad; los exportadores de materiales de programación, impresos y audiovisuales; el entretenimiento…
Pero…Oh, decepción: ¡Falta el pronunciamiento de Justin Bieber! (aunque tal vez no esté lo suficientemente sobrio para ello, además de que ni siquiera debe saber dónde “quedamos”).