Luis Vicente León es un importante analista económico y político, que representa abiertamente la concepción neoliberal del pensamiento de la derecha, y lo hace desde una posición abierta y sin titubeos. Tal es así, que recientemente con respecto al SICAD II refería en su cuenta Twitter “Lo malo es que no haya un ajuste integral (reducción de gasto, aumento de la gasolina, flexibilidad de precios), no que se haya devaluado”, planteando de tal forma un ajuste al mejor estilo del Gran Viraje de CAP, a finales de los ochenta, que desataron un estallido social, y que produjeron entre 1989 y 1994 el incremento de la Pobreza de 44% a 53% y de la pobreza extrema de 20% a 27%1.
Cuestiona el modelo económico venezolano, por catalogarlo desde su perspectiva como uno “primitivo”, dadas las regulaciones y controles ejercidos por el Estado para la distribución de la Renta Petrolera, que ocupa casi la totalidad de los dólares que ingresan a la República. No es de extrañar tales aseveraciones que no dudo lo hace desde su convicción marcada por una formación en el IESA, institución heredada del pensamiento de Friedman, en el que forma parte de la generación de la Escuela de Chicago, y que más tarde fuera denominado también por un nefasto personaje como Gonzalo Barrios los IESA Boys para el caso venezolano, y que se enmarca además en la Teoría del Fin de la Historia “o la muerte de las ideologías” de Fukuyama.
Esto es absolutamente válido, en el marco de la composición de libertad de pensamiento, y de las propias contradicciones de la Revolución Bolivariana, pero en el que León haciendo alarde de un análisis más objetivo, tibiamente ha criticado también a la Derecha Venezolana, en cuanto a su accionar político. Ha planteado recientemente que las llamadas Guarimbas, solo conducen al Barranco de la oposición, pero se adjudica los términos de la Brutal Represión del Estado para marcar una pauta, que si demuestra su aporte al Manual de Sharp (1993) en el marco de las formas de lucha combinada, pues en el tal frase se devela una parte de toda una construcción discursiva para alentar el Conflicto.
No cuestiona el carácter violento de lo que ellos llaman manifestaciones, que termina siendo más vandalismo con quemas de instituciones, ornato público, plazas, parques, Universidades, Servicios Públicos y hasta Bibliotecas, que en cifras preliminares ascienden ya los 10.000 Millones de dólares, y que en el caso de Táchira implica desde el punto de vista físico una casi reconstrucción del aparato institucional.
No crea adjetivos o epítetos como lo hace con la Revolución León para catalogar el accionar de la oposición, que en la actualidad como lo expresara el Dr. Bonilla, representa el pensamiento más regresivo de la Derecha2, constituyendo así una línea de acción irracional y salvaje, pero también primitivo – con el perdón de los Primates – y que demuestra así el cinismo de quien pretende mantener a modo de marketing la percepción pública de una objetividad, pero que en el fondo termina convalidando el Modelo Político Primitivo de la MUD que hoy pretende bajo esos parámetros Gobernar Venezuela.