Doctor Aveledo, lo que le pasó a usted, se veía venir.
Eso lo habían decretado desde Ramo Verde. Eso estaba escrito en los libros sagrados. Se la tenían jurada, doctor. Su presencia como secretario ejecutivo de la MUD, no era del agrado de la derecha radical. Es decir, de Leopoldo López, María Machado y Antonio Ledezma. Este último es un caimán del bajo Orinoco. Está al acecho. El se cree heredero del bastión radical. ¿Con qué fin? Con el fin de lograr la candidatura presidencial de la oposición para el 2019. Eso es lo que persigue este dinosaurio, sobreviviente de la IV.
¡Qué vaina le han echado, doctor! Usted se veía tan bien. Tan señorial. Tan presidenciable. Tan listo. Tan silencioso. Tan tranquilo. Viajando. Recibiendo premios. Estrechando manos. Parecía, usted, doctor Aveledo, un artista entrado en años de Hollywood, pero aún firmando autógrafos. Y de pronto, vino el viento y le apagó la vela. Eso no se vale. Eso es trampa. ¿Y ahora? ¿Qué va hacer de su vida? ¿Qué se va a suceder con esa riqueza espiritual, política e ideológica que usted posee?
Se me ocurre una idea. Disparatada, pero válida. ¿Por qué no le echa un ring a Diosdado? Es el hombre fuerte y radical del PSUV y de todo el gobierno. Hable con él. Explíquele su desgracia. Diosdado lo comprenderá. Esa dureza que se le observa cuando está dirigiendo un sesión de la Asamblea Nacional, o cuando está al frente de su programa “Con el mazo dando”, es pura bulla. El hijo pródigo de Maturín tiene su corazoncito. Por favor, doctor, no siga perdiendo tiempo con esa “zamurera” de la MUD. Busque otro rumbo. A pesar de su edad, usted es una mina, aún sin explotar... Y terminemos esta conseja con una frase: “Como todo el que sueña, usted confundió sus deseos con la realidad”. (TS)… Chao. ¡Volveré!