La oposición política venezolana que integra la autodenominada “Mesa de la Unidad Democrática”, que cada vez más, ni es mesa, ni es unidad, porque nunca ha sido democrática, ya que ellos se auto eligen y se auto designan quienes son “los dirigentes del antichavismo”, están pasando por momentos muy difíciles desde el punto de vista burocrático-ambición de poder, a raíz de “la renuncia” de Ramón Guillermo Aveledo a la secretaría ejecutiva de la MUD.
El peloteo interno por ocupar “ese cargo” pasa por mini encuentros entre los partidos políticos que lo conforman, ya se han dado varias “encerronas privadas” para visualizar quien puede ser la persona que más odia al chavismo y que a su vez pueda “gerenciar” políticamente las grandes diferencias que hay a lo interno de la MUD.
Existe una evidente y pública división entre los más violentos (la salida y la asamblea constituyente) y los menos violentos (referéndum revocatorio 2016) que hace pronosticar un futuro incierto de esa frágil unidad opositora que sólo se sustenta en el odio al chavismo y su acérrimo y recalcitrante anti-comunismo.
Las últimas encuestas dejan muy mal parada a la oposición, la mayor parte de la población rechaza las guarimbas, piden nuevos liderazgos en la oposición, ya que no confía mucho en su actual dirigencia y no creen que sean competentes para resolver los problemas que aquejan a la población en general.
La oposición política venezolana es sólo eso: oposición pero le falta mucho para ser una alternativa política.