Culipandear, acepción del diccionario de venezolanismos: “evadir una responsabilidad cobardemente”.
Difícil con quién comparar los desatinos politiqueros del candidato de la oligarquía nacional disfrazado de “demócrata representativo”, inicialmente madurado cual aguacate en papel periódico, debido a su llegada estelar electo Diputado copeyano por el estado Zulia, territorio desconocido para este caraqueñito de barbaridades verbales y comportamiento ambiguo, que no se le critica per sé, sino por hipócrita, pues a cualquier conducta que no sea delincuencial, un ciudadano o ciudadana tiene derechos garantizados por la revolución socialista.
Afirmar infelizmente “el cierre de fronteras es una gigantesca estupidez”, algo que (no es cierre sino restricción temporal de circulación nocturna), demuestra no solo ignorancia y ligereza de quien ha pretendido dirigir el país, sino gigantesca “metida de extremidad inferior”, comprobándose que abre la boca y mete uno o los dos pies.
El combate al contrabando de extracción es una decisión binacional aplaudida por venezolanos y colombianos con deseos de vivir decentemente y en paz, sin perjudicar las economías patrias. Solo alguien con amiguitos y amigas en el contrabando de extracción de alimentos, gasolina y muchos etcéteras, puede opinar tamaña idiotez, aunque como dijo otro candidato presidencial opositor “no se le pueden pedir peras al olmo…”.
Resulta imposible que den pie con bola, se multiplican en la división, no suman sino que se restan simpatías, por lo que a periodistas no comprometidos les da grima entrevistarlos, así sea por órdenes de dueños de medios apoyando conspiraciones contra la revolución venezolana demócrata y socialista. Los coaccionan a reportear y noticiar que vivimos en dictadura, sin considerar que la dictadura la ejercen “medios de presión social disimulócrata”, aplicando una dictadura comunicacional en democracia, a la cual llamo mediocracia.
Definitivamente deben extraer de sus pensamientos tanto gamelote inútil y pendenciero, recordando el venezolanísimo “culipandeo económico” de los amos de la prensa, sacrificando a profesionales del periodismo pues como dueños de periódicos o franquiciantes de concesiones radiales y de TV, viven metidos hasta los tuétanos en la desestabilización, con fines mercantilistas.
