Hay una máxima del sistema económico capitalista, que dice..” Una Industria no se destruye a menos que la misma no sea rentable y, si no lo es, no vale la pena que exista”.. Esta máxima es aplicable también en el sistema socialista. Pero hay que aclarar algo muy importante. Los casos de las empresas Clorox y Suramericana de Soplados no tienen nada que ver con esa máxima económica. Las dos estaban operativas y produciendo dividendos. En economía casi todo está escrito. Formulas, Leyes, Enunciados, Investigaciones, etc. Hay muchas herramientas con que cuenta un empresario para afrontar una crisis coyuntural de corto y mediano plazo. A veces la decisión de cerrar operaciones, sale mucho más costoso al empresario que mantenerse a un nivel mínimo de rentabilidad. Si la situación se torna difícil para el empresario, este puede manejar la coyuntura produciendo una cantidad fija del producto, para mantener por los menos los costos variables (pago de nómina, servicios y compra de Materia Prima). Repetimos la mayoría de las veces el cierre de una empresa resulta más costosa que operar al mínimo de producción, siempre y cuando cubra los costos variables. Una producción más limitada no significa que una empresa está al borde del abismo. Clorox por ejemplo tenía más de 26 años en Venezuela, y logro seguir aun en tiempos de incertidumbre y de crisis profunda en los tiempos de la IV república.
Las empresas buscan la maximización de sus ganancias, pero muy bien pueden operar satisfactoriamente con un margen de ganancia razonable. El caso Clorox es el más emblemático, los productos de esta compañía transnacional se vendían como pan caliente, dominaba un sector bastante amplio y con aceptación entre los consumidores. A cualquier precio del mercado aun estando estos fuera de un precio justo, la venta de los productos de Clorox estaba garantizada. Como todo el mundo sabe, la decisión de cuanto producir depende de la adaptación del consumidor al precio del producto. De hecho si el producto se vende rápidamente se debe acelerar la producción. ¿Entonces porque esta transnacional cierra sus operaciones?. Estas medidas de cierre que ocurren, y que seguramente vendrán otras, parece más bien, una estrategia política para desbancar de Miraflores al Proceso Bolivariano.
En Venezuela hoy, existe un gran liquidez monetaria, también una exagerada demanda agregada nacional, por ello, no es momento de cerrar empresas, más bien de inversión industrial (maquinarias, ampliar espacio físico, tecnología, contratación de personal etc.). Los productos Clorox por su carácter de uso industrial y familiar, no son productos sensibles a los precios, se venderán de igual manera a bajos o altos precios. Inclusive en Venezuela se da el caso, que los empresarios si visualizan una alza de precios a futuro, ellos bajan la producción en espera de ese tiempo, y siguen operando normalmente a una razonable ganancia, sin descuidar el mercado.
Venezuela aún tiene un sistema capitalista industrial, que se rige a duras penas entre la oferta y la demanda, son estos los factores que unidos con los costos los que deben regir los precios justos y por consiguiente la producción de bienes. Venezuela está en una espiral inflacionaria producto de un sistema capitalista que no controla lo que se debe producir y cuanto producir. Los precios son colocados a libre albedrio de empresarios u organismos del estado político. Aquí el juego esta, en que cuando existe un consumismo exacerbado los precios por lógica económica aumentan, y si no hay oferta suficiente por parte de los productores los precios también se disparan. Un círculo vicioso. El empresariado venezolano y extranjero siempre han querido operar obteniendo ganancias excesivas. Mientras sus casas matrices operan en sus países de origen, con ganancias moderadas, porque las leyes en los países desarrollados son muy rígidas. En Venezuela se está tratando de evitar la especulación. Es lógico entonces, que los productores en Venezuela se enfrenten y rechacen cualquier medida que afecte sus ganancias excesivas.
Los casos de Clorox y Suramericana de Soplados y otras empresas que traman cerrar operaciones obedecen a ese rechazo por políticas fiscales aplicadas en la ley de precios justos. Debemos ser firmes y decirle a los ciudadanos que ni Clorox ni Suramericana debieron cerrar operaciones. De hecho, un empresario responsable con mucha antigüedad en el país debió utilizar dos opciones validas en crisis coyunturales. Una visualizar el futuro y mantenerse atento, y continuar con sus operaciones, ya que está puede ser transitoria y una segunda opción y como dijimos antes, las perdidas en caso de cierre total de operaciones son muchos mayores que si se mantienen en producción.
Más allá que existan y son válidos motivos operacionales y estratégicos que desde sus casas matrices obliguen el cierre de subsidiarias, El reporte final de esta empresa no debe involucrar al gobierno bolivariano. Al utilizar este componente, por supuesto existe un motivo desestabilizador. Por lo tanto, hay detrás de estos cierres intempestivos, un condimento político. No existe la menor duda.
Escuchamos al Superintendente Andrés Eloy Méndez, decir que “Hay empresarios privados interesados en comprar Clorox”. Queremos aclarar que si esto ocurre, estamos metabolizando y mutando lo ocurrido anteriormente con los ex dueños de Clorox. Estaríamos retrocediendo si eso ocurre. Quienes deben ser los propietarios de las empresas que saldrán en desbandada, son sus propios trabajadores. Ni el estado político, ni ningún privado, deben meter sus narices. Darle la magnífica oportunidad a sus trabajadores ser dueños de su propio esfuerzo.
… Llego la Hora… ¡Venceremos!
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