Yo encuentro una, cuya validez depende de la veracidad de las informaciones que uno halla en los medios.
Para los familiares de José Miguel Odremán, quien según fue sargento jubilado de la Policía Metropolitana, lejos estuvo de ser delincuente, sino integrante de un colectivo u organismo político partidario del gobierno revolucionario. Eso he leído en algunos medios, expresado por su madre y una de sus hermanas, quien le califica “como un hombre intachable, al servicio de la revolución” y además agregó la segunda mencionada, “formó parte del segundo anillo de seguridad del presidente Chávez”.
Sectores vinculados a las bases del chavismo también así lo han calificado, tanto que su entierro se convirtió en un acto de dolor de parte de aquel sector y en una protesta ante un hecho que calificaron de injusto. Hasta el mismo presidente Maduro, que algo debe conocer del personaje, si son ciertas las informaciones que antes he aportado, optó por ordenar se investigase a fondo tan extraño asunto y como desmedida acción policial, en un país donde los guarimberos han tomado nuestras vegas para potreros suyos, mientras los cuerpos policiales observan con paciencia franciscana y desmedida buena educación.
Contra esas opiniones están las vertidas por un vocero policial, según las cuales, Odremán no era integrante y líder de un colectivo sino “jefe de una banda delictiva”.
Como opinó alguien, la derecha ha conseguido que sus cuerpos vandálicos actúen con impunidad mientras demonizan frente al oficialismo mismo a los suyos que se organizan para defenderle. Casi la única presa política que aquí ha habido durante este proceso fue Lina Ron y por lo que pasó con ella, que la demonizaron y le elaboraron una falsa virtual imagen de delincuente, uno se pone en guardia y en actitud dudosa
Opinar acerca de la veracidad de una versión u otra, por parte de quien sólo tiene a mano lo que ya dijo y nunca antes en su vida había oído mencionar al personaje fallecido, si uno se respeta a sí mismo y al honor de las personas involucradas, es altamente irresponsable. Pero si es posible, a partir de lo que se conoce, intentar establecer relaciones que pudieran servir para adelantarnos a lo que el adversario o enemigo, según sea el caso, tiene en mientes.
Confieso, que los videos en los cuales Odremán, con mucha energía y rabia, reclama a las autoridades por sus actuaciones, pocos momentos antes de su muerte, me han impactado y junto con todo lo señalado previamente me han puesto a meditar detenidamente sobre lo que podrían ser los efectos de la estrategia de los interesados en desatar en Venezuela “una pelea de perros”.
¿Pero cuál es la relación que con esto pudiera tener Uribe Vélez y Gómez Saleh, y, para mejor decirlo, quienes en última instancia están detrás de todo esto?
La expresión vulgar y hasta nefasta “pelea de perros”, proviene de los centros o escuelas de la conspiración y terrorismo de EEUU dispersos por el mundo. Pelea de perros desataron en Libia, en Afganistán, Irak, hasta en la propia Siria y últimamente en Ucrania, hasta poner en marcha un monstruo que al parecer se les salió de las manos llamado Estado Islámico, que no es más que una versión mutada de la pelea de perros de los gringos.
Esa pelea de perros, en este caso entre venezolanos, que no es más que nos matemos entre nosotros mismos, era el fin inmediato de las guarimbas. Recuerdo que uno de los alcaldes del Este caraqueño, el de Chacao, Ramón Muchacho citado por el suscrito en su último libro, que ni título le he puesto porque ya sé que no hallaré quien le publique, le dice a su gente, palabras más o menos, “todo esto puede llevarnos a que los enfrentamientos se den a las puertas de nuestras casas”. Dijo aquello como advirtiéndole a quienes le incitaban a tener más presencia en las guarimbas y darle más respaldo, que debían pensar en lo que aquello podría producirles.
La pelea de perros entre enemigos del gobierno y chavistas, buscada con ansiedad por la derecha, para eso fueron aquellas cosas horribles como los degollamientos, no pudo lograrse porque los partidarios del gobierno no cayeron en la provocación y las fuerzas del orden se excedieron en la prudencia.
Pero Gómez Saleh, quien como él mismo lo ha admitido tiene vínculos estrechos con el expresidente colombiano, dijo algo puntual que hemos escuchado una y otra vez en los videos que sobre aquél se han exhibido. Según lo por él dicho, había que “bajar unos cuantos muñecos”, pero también de quienes llamó jefes de los colectivos. Sentenció el joven ahora detenido, que si eso hacemos”, “saldrían a matarse entre ellos mismos”. Es decir, matar chavistas escogidos y crear la duda necesaria para que los revolucionarios se entre devoren.
¿Así como se dice “el hampa”, que al parecer no es otra cosa que los sicarios contratados para “bajar al muñeco” Robert Serra, pudo llegarle comprando a su jefe de escolta, como podría ser extraño se empiece a usar el mismo mecanismo para que los chavistas, sobre todo los más activos y combativos, sensibles y desasistidos de control, comiencen a despedazarse entre sí? La cosa se agrava más con la información aportado por el presidente Maduro hace pocos minutos, según la cual, después de asesinar a Serra, atentaron contra la vida de Diosdado Cabello.
Hay una evidente incongruencia entre el actuar de la policía frente al “Colectivo” Escudo de la Revolución, sobre todo habiendo versiones tan dispares acerca de su accionar, y el habitual comportamiento conciliador y hasta tolerante con quienes han intentado tumbar al gobierno, destruido vidas, bienes materiales, incomodado la vida ciudadana pretendido cundir el terror..
Esa es la relación que le encuentro a Uribe, en todo esto; por lo dicho por Gómez Saleh, que no es de su autoría, sino la repetición de una orden y plan provenientes de mucho más arriba, donde podría estar Uribe como intermediario, con lo acontecido con Miguel José Odremán, si lo que he leído tiene fundamento; como parece tenerlo por lo que de él dijo su hermana, expresan sus amigos y hasta amplios círculos del bolivarianismo.
Siendo así las cosas, con toda seriedad y hasta gravedad, repetiré aquella advertencia tan del gusto de Chávez, ¡ojo pelao! O como también solemos decir los venezolanos ¡cuidado con una vaina!