Concha de mango electoral



La calculadora fue el primer aparato digital que logró impresionarme. Era la época en que quería ser ingeniera. Pero no era cualquier calculadora. Era una “HP”. Quien no tenía una “HP” era un balurdo. Nunca entendí por qué se llamaba “HP” y nunca llegué a necesitarla. Años después entendí que la era digital, el futuro pues, empezaba a alcanzarme. Era el año 1982.

Luego vino la computadora personal o PC. Mi tesis de grado fue escrita en una PC, así que he tenido una “amigable” relación con esa tecnología. También ayudó, todo hay que decirlo, una relación de pareja con un Físico. Fue en la Universidad Central de Venezuela, en la Facultad de Ciencias, cuando por primera vez tuve conocimiento de la inminencia de la llegada de los correos electrónicos. Y todavía estábamos en los 80.

Y ni les cuento el shock que me produjo el fax. Les confieso que el fax causó estragos en mi cerebro. Me parecía increíble que me mandaran una imagen o textos vía telefónica. Porque vamos, la PC tiene pantallita y letritas. ¿Pero una cosa que sólo trasmitía sonido empiece a trasmitir imágenes?

Después del fax, dije yo, nada podrá impresionarme. Hasta que llegó Internet. Gracias a Internet puedo conseguir casi sin esfuerzo, lo que pensaba la oposición de las elecciones en 1997, 1998…1999. En eso andaba cuando me tropecé con un trabajo del colega Carlos Subero, publicado el sábado 1 de febrero de 1997 en El Universal, a propósito de la repetición de las elecciones a gobernador en el estado Bolívar. Bolívar, la undécima repetición electoral, es el título del reportaje. Escribió el colega que desde 1989, a raíz de la elección directa de alcaldes y gobernadores “El escrutinio se relajó y los organismos electorales, controlados por los propios partidos, no fueron capaces de poner orden”. Y ubica el problema en las actas: “La anulación de las actas de escrutinio proviene de dos causas fundamentales: Por acción política de los partidos que actúan con representación legal en los órganos electorales. Se integran mal las mesas de votación, y hay manipulación de los documentos, ya fuere en las mesas de votación o en las juntas municipales y principales. En síntesis, no colocan los votos exactos que obtuvo cada candidato, y por esto las cuentas no dan. Aparecen más votos que votantes, o cualquiera otra discrepancia numérica. La segunda razón no tiene apariencia dolosa, pero se trata de la mala preparación que tienen los funcionarios que acuden a integrar las mesas de votación y llenan mal las actas anulando su contenido”. Esa era la realidad electoral de entonces.

Para revertir eso se hace una ley, la Orgánica del Sufragio, que ordena la automatización de las elecciones. Lo cual es una verdadera tontería tecnológica. Sacar la mano humana del escrutinio. Nada complicado. Y es que no me complica la tecnología, pero si lo que si me es difícil, enojoso y desesperante es comprender a la oposición venezolana. Muchos de los actuales dirigentes opositores, salvo excepciones como Pompeyo y Teodoro, son unos chamos. Que segurito cargan una agenda electrónica en el paltó, una Laptop guindando y sus hijos tiene un “Aypod”, con capacidad para 10 mil canciones que nunca oirán. Esa es la gente quiere volver a los escrutinios manuales en su peor momento político. ¿Quién les cuidará los votos? Es un suicidio lo que proponen. Por eso no les creo. Por eso creo que tienen un Plan B. Por eso creo que, aunque el presidente del CNE sea Ramos Allup, no participarán en las elecciones presidenciales. Es una conchita de mango, pero electoral. ¿Cuántos tendrán la suficiente claridad para no darse ese mamonazo?


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Mercedes Chacín


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