Es que son tramposos por un asunto de genes, ya hay que pensarlo. En la Mesa de la Unidad este ha de ser el leiv motiv. Un candidato que pone a su padre a conseguir unos realitos en efectivo, otro enfermo de odio que consigue de su mami unos chequecitos porque el capricho de ese momento era tener un partido. Un diputado y candidato a alcalde pidiendo su platica en efectivo para su campaña son para la muestra un botón. Viven pidiendo cacao. Cuando pisan la cárcel le da cuanto mal existe y piden clemencia. Cacao y clemencia, clemencia y cacao, en ellos el orden de los factores no altera el producto, pese a que no saben disimular sus torpezas, por eso de ellos ya no se sabe cual el rostro y cual, la máscara.
La última puesta en escena fue la de los Escaranos, que se tiraron una de la mafia, con un Luchese en sobredosis de odio y unos ojos que querían irse lejos de él. Con un señor Escarano, enredado en sus mentiras imaginando la paliza que no fue, desmintiendo a unas vendas en la espalda que cumplían su misión sanitaria, y una señora de Escarano, escondida –creo que de ella- porque quedo al descubierto con tramoya y todo su descarada farsa de secuestro voluntario o auto – secuestro que termino siendo el mejor homenaje que se le hecho en estos últimos años a la ridiculez, pues la alcaldesa no supo retenerse por esos 40 minutos de mala actuación.
Tienen más mascaras que rostros y ese es el problema, ahora de las mujeres de la oposición quienes a como de lugar deben justificarse como esposas de los precursores del odio y las guarimbas en un país que no quiere saber más de democracias babosas como la que está incubada aún en sus mentes. Por ellos mienten las señoras, se inventan auto-secuestros, acusan a las autoridades de lanzarles excrementos a sus esposos y hablan con Rajoy, no sabiendo que eso si es excremento. Definitivamente, no puede Drácula ser gerente del Banco de Sangre.