La Mesa de la Unidad Democrática (escribo su nombre completo porque las siglas MUD me confunden ya que en inglés significa fango, barro y no quiero malas interpretaciones) no dejó ir muy lejos a Ramón Guillermo Aveledo. En realidad nadie sabe por qué renunció a un cargo que prácticamente no existe, pero el caso es que del "último de la fila", como dijo el día de su dimisión, pasa ahora a un puesto algo más privilegiado que el del nunca bien ponderado Jesús "Chuo" Torrealba.
Aveledo viene con vientos de diálogo otra vez en un país donde al parecer todo se perdona y…Se tolera.
Hace poco rendimos homenaje a un insigne venezolano: Pedro Pablo Linarez, revolucionario que entregó en los últimos años sus conocimientos de antropología forense para desenterrar algo que ahora con la "tolerancia" de moda parecieran querer olvidar: los horrores de la democracia puntofijista.
Pedro Pablo dirigía en la Universidad Bolivariana la Cátedra de los años 60, y desde ese espacio, con un equipo mínimo, logró rescatar y sistematizar en varios libros una historia que se ha pretendido esconder. En su último título "La Insurrección Armada en Venezuela", la pluma de Luis Damiani describió en el prólogo: "Hay una relación histórica entre la Revolución Bolivariana y la insurgencia de los años 60 (…)", dice Damiani para quien ese período histórico se ha ido debilitando en la conciencia colectiva del venezolano.: "(…) Es allí cuando nos encontramos con el silencio. Las voces había que silenciarlas; se desaparecieron estudiantes, se masacraron campesinos, se asesinaron intelectuales (…) Había que asesinar también el recuerdo".
Pero Pedro Pablo no olvidó. Investigó y encontró en sus excavaciones muchos desaparecidos e indicios de los crímenes y dejó para la historia ese maravilloso testimonio que seguramente escribió apurado, sabiendo, acaso, que partiría demasiado pronto.
Cada vez que nos encontrábamos en los pasillos de la universidad, evocábamos entre risas y nostalgia nuestra historia de niños, llena de persecuciones y allanamientos, de salidas apuradas pero sigilosas, de cambios de casa de nuestros padres y hermanos que luego de unos días de "vacaciones" reaparecían cuando las cosas se calmaban. Unos años 60 que definitivamente nos marcaron…Nunca olvidaré cuando vi aparecer en la sala de mi casa a una mujer enorme, morena, vestida de campaña. Llegó con mi padre. Era Argelia Laya. Mi madre le tiñó el pelo y la ayudó a convertirse en una elegante dama que debía acudir a no sé qué reunión…Por mucho tiempo quedó su atuendo guerrillero en el cuarto de servicio y luego un día no lo vi más…Pedro Pablo siempre me hacía contarle eso una y otra vez…Por eso en el reciente homenaje me alegró encontrarme con tantos guerrilleros. Esos que arriesgaron su vida para tener lo que hoy tenemos…
Linárez también nos dejó lista para la imprenta el último número de la revista dirigida por él, "Venas Abiertas", y aquí es donde enlazo con Ramón Guillermo Aveledo. Ex diputado copeyano, presidió la Cámara "Baja" por algún tiempo y de allí brincó a la Liga Venezolana de Béisbol Profesional donde una de sus medidas más recordadas es la suspensión de la temporada de pelota caliente en Venezuela en ese aciago año de 2002, para sumarse al paro petrolero.
Leo allí el siguiente titular: "Ramón Guillermo Aveledo responsable de la masacre de Cantaura" y coincidencialmente, a la siguiente semana me entero del nuevo cargo del ex diputado copeyano en la MUD y sus peligrosas pretensiones de diálogo, ahora que él piensa que las izquierdas están débiles en el mundo por los resultados electorales de Brasil y Uruguay.
Dice Linárez en su publicación que el abogado Aveledo se desempeñó como secretario de gobierno del presidente copeyano Luis Herrera Campíns, desde 1979 hasta 1983. "Ejerciendo dicho cargo ocurrió la masacre de Cantaura en la que fueron asesinados 22 revolucionarios". Ese lamentable suceso ocurrió el 4 de octubre de 1982, en un ataque despiadado y combinado tierra-aire (les lanzaron bombas y artillería pesada) del ejército y de la desaparecida Dirección de los Servicios de Inteligencia y Prevención (Disip), policía política que operó durante los gobiernos adeco-copeyanos. El ataque fue ordenado por el presidente Luis Herrera Campíns con la anuencia de Aveledo. Así se arreglaban las cosas entonces…
Aveledo, según se lee en la citada revista "fue conocedor y ejecutante de primera línea de las políticas represivas y criminales de Luis Herrera", y Linárez pide a la Fiscalía que por la masacre de Cantaura, que él califica como crimen de lesa humanidad, se le siga juicio.
Las década del 60 y posteriores, hasta entrados los años 80, demostraron para Linárez que "la revolución es posible y los pueblos pueden hacerla". Una frase elocuente para quien asumió lo ocurrido en esos tiempos no desde la historia porque ésta, según Eduardo Galeano "es la vitrina donde las clases dominantes exhiben sus viejos disfraces", sino desde la memoria.
Oportuno es, entonces, recordar quién es el enemigo, quiénes sus exponentes, lo que representaron en ese pasado de horror y que hoy 30 años después, pretenden imponer de nuevo.