Ramos Allup, sufre un síndrome que no sé cómo definirle. Alguien que conozca del asunto podría prestarme la palabra, pero ahora no puedo esperar, es posible que de hacerlo se me vayan las ideas y creo que basta con lo dicho y por decir.
El tipo asume permanentemente la conducta de más vivo que nadie. En verdad aprendió en buena medida, en la que fue “exitosa” escuela adeca, a esconder tras un bosque de palabras insustanciales sus malas intenciones y hasta mañas. Convencido está, que como lo hizo AD por años, puede con su palabrerío hueco enredar a quienes le escuchen. Olvida que aquel pueblo no es este mismo o siendo el mismo ha subido varios escalones, lo que ya le hace otro. Para decirlo al mismo estilo de Ramos Allup o de la vieja guardia adeca.
Ayer, en el programa de Vladimir a la 1, parecieron encontrarse, como solía decir mi suegra, el “hambre con la necesidad”. Un Vladimir que ahora se las da de excesivamente pulcro, imparcial e impoluto, que como tal pareciera creerse el fiel de la balanza, al margen de toda diatriba, candidato a todo lo que venga y Ramos Allup, haciendo el mismo juego dentro de la MUD, pero reconociendo su rol de jefecito de una parcialidad opositora.
Ramos, interrogado por Vladimir, hizo el intento de desligarse del llamado a “Paro Nacional”, criticando con cierta severidad a un universo que “no maneja adecuadamente todas las opciones”, el abanico de posibilidades, sino se encierra en uno solo, en “La Salida”, como si en eso, indefinido pero que alude a un golpe de Estado o guerra rápida civil exitosa, estuviese seguro y garantizado el triunfo.
En su crítica, Ramos señala que no habiendo opción segura, necesario es manejar equilibradamente todas y por ahora, ve como posible un triunfo electoral parlamentario. Pero no es que niegue las otras opciones. Por eso, se limita a decir “hasta ahora los golpes de Estado no han producido resultados positivos”, uno sabe cuándo y dónde se comienza pero nunca hasta dónde se llega y menos con quién. La guerra civil no le gusta, dice el dirigente adeco, porque ella “sólo conduce a que nos matemos entre nosotros mismos”. Pudiera entenderse que con esas expresiones se deslinda de la violencia pero insiste en que se deben manejar todas las opciones. En concreto, prefiere la vía electoral, la privilegia pero no rompe con las otras. ¿Quién sabe? Pero viejo late “echao”.
¿Quién quita? Esta interrogante define la posición oportunista de Ramos Allup y sus allegados. No rompe de manera definida y definitiva con la violencia, no la condena; sólo que prefiere por ahora otra vía que cree expedita. No lo hacea porque el golpe de Estado puede conducirles a estadios no esperados y la guerra civil produce muchos muertos, pero tampoco rompe con ellos. Esa duda ofrece una como infantil imagen, dudosa imagen, del dirigente adeco deshojando la margarita.
Por esa incertidumbre de no saber a ciencia cierta de cuál palo ahorcarse, aunque prefiera una mata de auyama, Ramos Allup no está de acuerdo con el paro. Eso sí, sabe que un paro nacional ahora lanzado como al albur, es más que un disparate y nadie sabe hacia dónde irían los tiros. Y quizás se pregunte, porque no se ha caído de la mata donde guinda, ¿con quién? ¿Para qué? ¿Con qué fin? ¿Cuáles son los resultados esperados? ¿Quién maneja ese paro llamado de manera improvisada por las redes sociales? Se preguntará eso y sabrá de sobra las respuestas. Sabiéndolas no le ve perspectivas exitosas al paro, más cuando otra parte de la oposición le niega respaldo, se distancia y sus convocantes, a quienes todo el mundo identifica, no dan la cara. ¿Entonces cómo esperar que el taimado dirigente de lo poco que de AD queda incurra en el disparate de decir lo contrario de lo que dijo?
Ramos Allup no está con golpe de Estado por lo que dijo. Los golpistas saben cuándo comienza todo, más no cuándo termina. Los llamados gobiernos de “transición”, suelen convertirse en eternos, porque “cachicamo no trabaja pa´ lapa”. Ramos sabe que de perseguidor puede terminar en perseguido por sus aliados. Pero sabe el dirigente opositor que para bailar “pegao se necesitan dos”. Aunque ellos no lo reconozcan, por ahora, no tienen fuerza o respaldo en el frente militar como para dar un golpe. Tampoco cuentan con las masas. No respalda el paro porque recuerda el llamado paro patronal del 2002 que terminó en un rotundo fracaso y sabe de la suerte de Carlos Ortega; porque paro nacional, para que sea exitoso, necesita respaldo de las multitudes que, al contrario, podrían salir a enfrentar ese paro, sobre todo sabiendo las causas de sus malestares. El pueblo sabe bien. Está consciente de las fallas del gobierno y está inconforme; pero seguro está en lo sustancial, por encima de todo, quiénes, para qué le ocultan los productos básicos y provocan la escasez.
Lo que no sabe o no quiere responder el ladino personaje, pues eso lo dejaría a sus asesores, como le comentó a Vladimir, es el qué hacer si llegan a Miraflores. ¿Sus asesores? ¿Quiénes? Pues la gente del FMI, Banco Mundial y todos los economistas sabihondos apegados a las refritas fórmulas de esos organismos.
Por lo anterior, Ramos si quiere paro, tanto como le gustaría un golpe que a él o un intermediario suyo lleve a Miraflores; pero no lo estimula descaradamente, porque teme, no puede ni tiene a mano una horqueta a la medida.