En Venezuela hay una evidente polarización aparecida y acentuada en los últimos tiempos. De un país politizado, hemos pasado a un país polarizado. Esta polarización hace un gran daño al país y a su estamento político social y económico. El choque de fuerzas antagónicas con diversas ópticas de como guiar los destinos de un país, ha pasado de las ideas, de los votos, a la confrontación directa. Podemos decir hasta en lo “físico” hemos llegado. Y así, de esta manera, no se construye un país y menos lograr el camino hacia un estado de bienestar y de progreso.
La oposición en su última elección presidencial recibió el apoyo de 7.363.980 de ciudadanos (49,12%). Sabemos las condiciones adversas a las que el chavismo tuvo que afrontar en esas elecciones. La desaparición física de su máximo líder, llevo a muchos adeptos a no ir a votar y puso en dudas a otros miles que fueron manipulados y sufragaron por la oposición. Peros los números están allí. Y como dijo Fidel Castro, en Venezuela no existen 7 millones de oligarcas, ni tampoco de burgueses o dueños de empresas. Dentro de ese espacio de 7 millones de venezolanos, una gran parte son representados por los sectores C, D y E, sectores que fueron golpeados durante décadas por los gobiernos de la IV república, y que en estos momentos son sacudidos por la guerra económica y por la ineficiencia de algunas políticas socio económicas emanadas del gobierno central. Es decir, no todo es culpa de los sectores que se oponen de manera natural al modelo socialista. Por eso es vital, el dialogo y la apertura al sincero debate. Para ello, el gobierno central debe dar el primer paso, tener voluntad política para ello, antes que ocurra algo de rango mayor que ponga realmente en peligro la estabilidad del país.
No solo con el “llamado” al diálogo se puede concretar este. Una cosa es decirlo en cadena nacional, y otra cosa es mantener cerradas las puertas del palacio de gobierno. La palabra debe ir en consonancia con la acción, sino, queda en el viento. Podemos hacer muchos “Llamados”, pero si no se concreta, nada se hace. El gobierno por su posición de estado político debe remarcar esta acción. Nada pierde y gana mucho. Porque. Simple. Involucra a todos, y de esta manera las soluciones o los resultados son compartidos, en momentos de crisis, la única vialidad política para superar los escollos, es el dialogo permanente entre las partes antagónicas, con modelos o visiones diferentes pero con un sola meta, superar las dificultades del todo, que son los más de 30 millones de ciudadanos que viven en este hermoso país.
No incluyo, en este llamado, a los sectores que han sido recurrentes en guarimbas, golpes, etc. Lamentablemente estos sectores retrógrados, casi minorías aisladas por su violencia y virulencia en el discurso, es difícil que cambien ha posiciones democráticas y constitucionales. Menos mal que son grupúsculos, sin mucho apoyo de los ciudadanos, sino que se mantienen por la gran cobertura mediática y por la ayuda financiera de grandes grupos económicos. Quienes estén incursos en delitos, deben atenerse a las consecuencias, la impunidad resquebraja a la justicia y sin esta, la democracia se debilita.
Pero en Venezuela no toda la oposición es retrograda o fascista, existe un sector comprometido con la democracia y con el estado de derecho. Hacia estos, debe ir el llamado y la acción del dialogo.
No hay de otra. Mahatma Gandhi, fue el que dijo, refiriéndose al viejo adagio bíblico….”Ojo por ojo y todo el mundo acabará ciego” y “Con el puño cerrado no se puede intercambiar un apretón de manos”.
Llego la hora…. Venceremos, entre todos…¡¡
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