Entre un tal Ibsen y un tal Blades

Después que el siempre aderezado Ibsen Martínez pretendiera darle un "coscorrón" intelectual al salsoso Ruben Blades, repentinamente me brincotearon los recuerdos de aquellos años cuando este escritor nos tenía ennotados por el idilio que nos producía su "Por estas Calles". Cándidamente le creíamos referente y partidario de nuestras menudas luchas estudiantiles. Su prosa irreverente de esgrimista versado y justiciero, nos parecía el non plus ultra del contestatario progresista caza verguero algo así como el típico y arrojado intelectual latinoamericano de claro y populoso "pelo en el pecho". Mucho ayudó a esta infantil apreciación la callejera "ataja perro" que mantuvo con el bigotudo y ahora poco mentado Marcelito. Era para vernos y no reconocernos, era para cojer palco la falta de brújula y de Chávez que andábamos para ese entonces, prendidamente en sintonía con alguien que desde aquel entonces ya estaba claro que su verdadero peo era hacer dinero y por montón. En fin, a pesar de todo, risueñamente no pelábamos el Nacional los día domingo aunque después ni tuviéramos pa' los cigarros.

Como olvidar su aun célebre artículo "Bin Laden está en Fuerte Tiuna", parodia que incluso el presidente Chávez en su programa "Aló Presidente" se vio en la necesidad de leer y comentar línea tras línea. En este trabajo ridiculizaba de manera magistral el modus operandi y racionalidad de una Oposición tutifruti que como Trino Mora quedó amarrada en el "reino del nunca jamás" de aquella Venezuela saudita , cuyo único grito patriótico de guerra al que obedecía era el "ánimo Amador". Este amorfo segmento de la sociedad que se creía bonita y que nunca "pasó" trabajo, y que nunca fue ni persuadida ni obligada a pensar, testarudamente lograba evidenciar y justificar nuestro antepasado primate por su incorregible manía de imitar todo lo que venía de allá arriba, de esos enlatados que le inoculaban desde los united state. Un mundo cotton candy que ni se enteraba ni se entristecía por lo que pasaba, ya que lo que verdaderamente parecía importar era el carnaval que a cada cinco años le brindaba esa ambivalente democracia de adecos y copeyanos. Toda una generación Halem que centímetro a centímetro siempre se encontraba presta a encajar en los estereotipos de una televisión donde abundaban intelectuales de gelatina y políticos más inteligente que el propio Topogigo. Televisión que, incluso, a merced y conveniencia gobernaba y estructuraba el imaginario o la estupidez de buena parte de estos venezolanos.

Como lo que le paso al doctor Frankeisten algunos entraron en remordimiento al estar creando tanto monstruoso "papa frita". La propia y ahora irreconocible Colomina con "El Huesped Alienante" y "La Celestina de los Medios" desafiaba esta manera per capita de producción e industrialización de lo que se dio por llamar la Generación Boba. Pronto fueron acalladas estas disidencias, la "torta" petrolera tanto como suculenta permitía un "coma diabético" en los que se ponían demasiado aburridos, los simplemente incorregibles se arriesgaban a las desapariciones forzadas, por supuesto. La gente bonita con el "calladita te vez más bonita" incursionaba con éxito de Miss en la política. No importaba que fueras negrito o tuvieras por apellido un Virgüez igualmente tenías ganado tu papelito de malandro o buhonero que, solo ocasional y democráticamente, podías representarlo en la TV.

Nadar estratégicamente contra la corriente siempre a capitalizado buenos y rentables asombros. Incluso para los mismos que hacen y se benefician de este Sistema es provechoso mantener y apoyarse en estos "rebeldes" cotizados. Los que verdaderamente legitiman y mantienen sobre el carril de la tolerancia esta vorágine depredadora y hostil. El sr. Blades es tan igual que Ibsen, un intelectual tradicional (Gramnci) que hace el papel higiénico de un sistema corrompido y putrefacto. Sacando armas y banderas de la Izquierda se aseguran el generoso vivir de la derecha. Entre uno y otro no hay más que la persecución de unos intereses tan mezquinos como hipócritas. Son el entretenimiento "crítico" y "ofensivo" de los condenados que mientras cumplen su destino o su papel pretenden reivendicarlos.

 

 



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Waldo Munizaga


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