La MUD no hizo campaña abierta, prefirió esperar lo que a vox populi se insinuaba: una manifestación contundente del descontento popular acumulado por la crisis económica y la incapacidad del gobierno para enfrentarla. La narrativa oficial que coloca la “guerra económica” como la única causa de la inflación, la escasez, el contrabando y el desabastecimiento, omitiendo sus errores en las políticas públicas como un factor determinante de dicha situación, no convenció a la mayoría. La falta de un plan para enfrentar la crisis y la manipulación emprendida por la internacional de la derecha a través de su red mediática global, contribuyó a crear la ilusión en algunos que las elecciones parlamentarias era el escenario para impulsar el “cambio” a través del “voto castigo”.
La MUD ganó con el 15.93 % pero el GPP sigue siendo la principal fuerza política, mientras el piso duro del chavismo se ubicó en el 42% de la votación, lo cual constituye una base sólida para relanzar el proceso, siempre que sea con el protagonismo del Poder Popular, los trabajadores y movimientos sociales. Es un imperativo revisar la calidad del liderazgo, el modelo organizativo, los métodos de trabajo y de dirección para dar un “golpe de timón”, reimpulsar la revolución y democratizar el partido, asumiendo la práctica permanente de la crítica y la autocrítica.
Engolosinada con su mayoría calificada, la oposición se apresta a “gobernar” desde la AN para aplicar un “paquete legislativo” neoliberal de doble propósito. Para crear un crisis política que desemboque en la renuncia o la revocación del mandato del Presidente y, para avanzar en la transición hacia la restauración de la IV República. La MUD se quitó la máscara después del 6D al develar su plan de abrir la economía al capital transnacional, realinear a Venezuela con la política exterior de Washington, iniciar un nuevo ciclo de privatizaciones de sectores estratégicos incluyendo al petróleo y los servicios, revocar la estabilidad, la reducción de la jornada laboral y la retroactividad de las prestaciones sociales, minimizar la carga fiscal sobre el capital, abrogar las leyes del Poder Popular, reformar la Constitución y pare usted de contar. ¿Qué viene ahora? ¿Choque de trenes? ¿Diálogo? Amanecerá y veremos.