¿En qué quedamos? ¿Los poderes públicos no deben ser libres e independientes unos de otros, solamente sujetos a las normas constitucionales? ¿Entonces es válida la sentencia de Ramos Allup según la cual “vamos a controlar porque los otros poderes no pueden andar a la libre”?
En estos casos, los abogados que son de por sí muy litigiosos, dicen “a confesión de parte”.
En el discurso de inauguración del período parlamentario o legislativo 2016, siendo ya Henry Ramos Allup presidente de la Asamblea Nacional, dijo que correría el riesgo de hacer un discurso improvisado sabiendo bien el riesgo que eso significaba. Pero prefirió hacerlo así y no leer porque seguramente confiaba en demasía en su equilibrio y sindéresis. Quizás, porque como se dice en Venezuela “mono no se ve su rabo”, no se cree capaz de cometer o decir tonterías e imprudencias pese la fama que le “adorna”. Fama que no es fantasía o invento de la mala fe de sus adversarios sino de lo que él cree una virtud.
En una parte de su discurso, ya entusiasmado y embriagado de poder, soltó una frase explosiva, palabras más o menos, vamos a controlar porque “los demás poderes no pueden andar a la libre”. Dijo aquello por la decisión del TSJ de admitir la diligencia interpuesta ante ese organismo por lo relativo a los diputados indígenas del Estado Amazonas. Pero habló en plurar, “vamos a controlar” como a nombre de la MUD y desde allí no habido reacción en contrario.
Quizás haya quienes aseguren que Ramos dijo aquello de manera muy consciente porque eso obedece al plan que traen desde tiempo atrás, inspirado, financiado, supervisado por los gringos y por las muestras dadas cuando el gobierno fugaz de Carmona Estanga. Pero eso no es tan simple.
El argumento más constante y reiterativo de la derecha venezolana e internacional, lo que incluye en primer término a EEUU mismo, es que el chavismo creó un estado de cosas donde el Ejecutivo, antes Chávez, ahora Maduro, restó libertad a los demás poderes de la Nación. “Los poderes públicos están secuestrados por el Ejecutivo” decían en toda instancia y a través de cualquier medio. “Miami Herald”, “Clarín”, “ABC” lo difundían por el mundo. Es decir, aquí, con la revolución bolivariana se acabó la independencia de los poderes públicos. Hasta se inventaban que cuando AD y Copei compartían el mando, unas veces juntos otras turnándoselo cada cinco años, los demás poderes, distintos al Ejecutivo, eran absolutamente libres e independientes. Se hacían los locos, olvidaban y procuraban que nadie se acordara que Gonzalo Barrios y Rafael Caldera, en un domingo de dominó acordaban quienes formarían las directivas de las cámaras del congreso, diputados y senadores, Corte Suprema de justicia y también de los demás Poderes.
Toda esa derecha, hasta desde la OEA, antes con Insulza y ahora con Almagro, quienes parecen copias, denunciaban al gobierno venezolano porque los magistrados del TSJ, Defensor del Pueblo, Contralor de la República y el legislativo, estaban formados por mandaderos del presidente y siendo así, entonces en Venezuela no había democracia y los opositores podían hacer lo que les viniese en gracia, dándole interpretaciones a la ligera a artículos constitucionales como el 350 y 333. Por eso surgieron atentados como el golpe de abril del 2002 y las guarimbas de un largo período.
Pero ahora, siendo solo presidente de la Asamblea Nacional, Ramos Allup tira por la borda toda aquella argumentación contra el chavismo y declara sin titubeos, quizás llevado por su iracundia y su propensión a hacerse el gracioso aunque caiga en desgracia, “vamos a controlar los demás poderes porque no pueden andar a la libre”.
Por eso de “no pueden andar a la libre”, que no es otra cosa que desde la Asamblea se proponen controlarlos, contradice todo lo que antes dijeron contra el proceso bolivariano. Está adelantando y admitiendo que en ellos sí priva la idea totalitaria de controlar todo, sólo que lo hacen como títeres manipulados por otros.
Pero no basta ese discurso de Ramos y la afrenta al Libertador e irrespeto a Chávez, d quien pudieron sacar del hemiciclo su poster pero no de la manera tan vulgar, de mal gusto y premeditadamente ofensiva como procedió el presidente de la AN, sino que a eso se une ahora el desacato al TSJ en el asunto de los diputados indígenas.
En este último caso Ramos Allup muestra su disposición en ignorar al máximo tribunal de la República con facultad plena para proceder como lo está haciendo hasta llegar a una decisión definitiva que no tiene que ser como espera Allup, por lo que por respeto a lo que demanda la Ley y los mecanismos democráticos, debería armarse de paciencia y aguardar la decisión. Pero no. Él se alzó contra el TSJ y aspira que este, no sé si por una intermediación violenta, se ponga de rodillas ante la “majestuosidad” de su cargo que parece concebir como el capataz de todos los poderes, que como dijo “no pueden andar a la libre”. ¡Qué rápido se caen las caretas!
¿Ahora, de dónde procede tanta soberbia, que si bien siempre ha estado presente, nunca antes había alcanzado tanto nivel? ¿Habrá que preguntarle al general Kelly, jefe del Comando Sur?