Desbocados en su locura por asaltar el Poder Ejecutivo, la derecha anidada en la Asamblea Nacional está apostando por la teatralización de la agenda legislativa. Sin moral alguna, han escalado en sus acciones de desestabilización para incrementar los niveles de alarma y angustia entre la población. Esta gente no propone nada, no aporta soluciones. Su juego está centrado en la profundización de la crisis y la generación de zozobra como método de acción política.
La derecha se ha especializado en el montaje de shows parlamentarios (y esta parece ser la mayor profundidad discursiva que pueden alcanzar). Cada semana hay nuevos montajes, nuevas bravuconadas para alimentar a su morbosa tribuna fascista, deseosa de sangre y de amarillismo. Insisto, por ningún lado afloran propuestas de la derecha. No pueden hacerlo, porque ellos siempre han apostado al caos y a la devastación, y muy específicamente a llevar a todo el país a las puertas del peligrosísimo escenario del “Estado Fallido”, para impulsar desde allí medidas de fuerza como un Golpe de Estado, el bloqueo o la intervención internacional.
Por eso el uso de la jerga Crisis Humanitaria no es casual. Está puesta allí con muy malas intenciones. La crisis humanitaria es definida por la ONU como: “aquella situación en la que existe una excepcional y generalizada amenaza a la vida humana, la salud o la subsistencia”.
Llegando a esta situación por factores naturales como los terremotos, inundaciones o huracanes; o por factores antrópicos como epidemias, hambrunas o conflictos armados. Es bien claro que para llegar a esta situación debe producirse una afectación o interrupción completa en el suministro de servicios básicos de salud o alimentación. Este no es nuestro caso, donde estamos en permanente contraofensiva para garantizar la disponibilidad de los alimentos e insumos básicos a precios justos.
En todo caso, no es esta derecha apátrida, ni sus gritos histéricos los que podrían hacer ninguna declaratoria ante los organismos internacionales. La Resolución 46/182 de la Asamblea General de las Naciones Unidas establece que “La soberanía, la integridad territorial y la unidad nacional de los Estados deben respetarse plenamente, de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas. En este contexto, la asistencia humanitaria deberá proporcionarse con el consentimiento del país afectado”. Es evidente que todas las bolas que la derecha inventa están llenas de mentiras y malas intenciones. Siempre actúan con saña y máxima miseria para dañar el país.
Superando la pobreza
Venezuela vivía una cruda realidad antes de 1999: pobreza, miseria y exclusión. La Pobreza Extrema en nuestro país alcanzaba al 42% de la población, generando una de las mayores tasas de desnutrición infantil del continente. Las proteínas (pollo, carne y pescado) eran un lujo destinado solo a las clases altas, los pobres debían conformarse con mortadela y sardinas.
En el caso específico del sector alimentos, todos recordamos los intentos de Golpe de Estado y Paro Patronal de los años 2002 y 2003 donde la oligarquía propietaria de las grandes industrias de alimentos y bebidas intentó doblegar a nuestro pueblo de hambre, con el fin de saciar sus ansias de poder y de retomar sus privilegios perdidos.
Gracias al obstinado empeño del Comandante Chávez por defender prioritariamente los derechos del pueblo humilde, nos permitió resistir y derrotar la conjura oligárquica. Que la gente acceda a los alimentos a precios justos o subsidiados, considerando al “alimento como derecho, no como mercancía”, es algo que no concibe ni la tolera la lógica neoliberal de la clase burguesa.
Ante esta macabra estrategia de cerrar fábricas y manipular la distribución de los alimentos, se creó toda una inmensa red logística de producción y distribución, bajo la imperiosa premisa de garantizar la Seguridad y Soberanía Agroalimentaria de nuestro pueblo. Desde el año 2003 se ha incorporado a la red estatal una robusta infraestructura de soporte y apoyo logístico que abarca instituciones como Mercal, Proal, Casa, Sada, Cval, Pdval, las Areperas y Carnicerías Socialistas, los Abastos Bicentenarios y toda una variada red de plantas y fábrica agroindustriales.
A pesar de los ataques implacables contra esta red, los saboteos, los errores operativos y las desviaciones individuales (indolencia y corrupción), el sistema de alimentos creado por el Gobierno Bolivariano ha logrado garantizar y dignificar la alimentación de nuestro pueblo. Todos estos logros se reflejan en los principales y más importantes indicadores alimenticios:
- Venezuela es el segundo país en América Latina con mayor disponibilidad de calorías para consumo humano; pasando de una disponibilidad de 2.252 K/cal diaria en 1.999 a 3.092 en 2015, superando el requerimiento mínimo de la FAO de 2.720 Kcal, colocándonos en un “Nivel de Seguridad Alimentaria Plena”. Este logro es gracias la disponibilidad de alimentos con una masiva producción y/o importación de alimentos como arroz, maíz blanco, maíz amarillo y sorgo (materia prima para ABA), carne de res, pollo, trigo para pastas y pan, leche en polvo y aceites.
- La desnutrición infantil en menores de 5 años pasó de 5,3% en 1998 a 3,2% en el año 2015, superando la Meta de Desarrollo del Milenio, establecida en 3,6%.
- La mejor alimentación combinada con mejores políticas sanitarias, han contribuido al incremento en la talla de nuestro niños y niñas en más de 3.4 cm, esto en comparación a los años 90.
Por todo esto la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) “ha reconocido en varias oportunidades a nuestro país por el compromiso, voluntad política y los avances en materia de alimentación y nutrición”.
Todo esto ha ocurrido a pesar de 16 años ininterrumpidos de ataques y saboteos a nuestro aparato productivo y a las políticas alimentarias del Gobierno Bolivariano. La Guerra Económica, reflejada en el saboteo productivo, la especulación, el contrabando y el bachaqueo, son los “aportes” de la oligarquía a la siembra de malestar entre nuestra población. La derecha no aporta soluciones, solo juega su tesis de generar el “Estado Fallido” para intentar asaltar el poder. A la derecha fascista no le importa el sufrimiento y angustia del pueblo, solo le interesa cobrar en efectivo sus réditos políticos.