No se trata del joven, guapo y malogrado príncipe Pedro Luis de Orleans-Braganza (Don Pedro Luis María, José Miguel Gabriel Rafael Gonzaga de Orleans y Bragança-Ligne), hijo del Príncipe Antonio del Brasil, para los monárquicos tercero en la línea de sucesión al trono brasilero que no existe. Ese Pedro Luis falleció, con 27 años, en el accidente del vuelo 447 de Air France Rio de Janeiro - Paris del año 2009.
Se trata de otro cuya foto aparece en Google al lado del difunto, una especie de malogrado clon del príncipe, un gordito malévolo de nombre Pedro Luis Prince Monroy (su fotografía en Twitter es un poema), nacido en la Parroquia Goaigoaza de Puerto Cabello, que se dice ejecutivo en Miami y trabaja a tiempo completo en el intento de desestabilizar a Venezuela por las redes sociales. Es uno de esos "anticomunistas profesionales" que ignoran que cayó el muro de Berlín y se disolvió la Unión Soviética. Leer sus mensajes es una experiencia de terror: guarimbas, protestas, linchamientos, saqueos, apagones, huelgas, incendios...un 27 de febrero sin fin, que provoca salir corriendo a pedir asilo en Siria.
El informe diario del gordito malévolo es un muestrario virtual de lo que el flamante diputado Freddy Guevara llama "calentar la calle", repetición de "la salida" de Leopoldo López, un intento de forzar la renuncia de Nicolás Maduro, que a los viejos nos recuerda aquellos grafitis de "Renuncia Rómulo" de principios de los 60 a los que Betancourt respondió diciendo que ni renunciaba ni lo renunciaban, y cumplió su palabra.
Todo porque la derecha está apurada, no vaya a ser que suba el precio del petróleo...Todo porque la oposición ha descubierto los límites de su poder como mayoría parlamentaria, y en vez de darnos lección de democracia y convocar un Referendo, se dedica, en cuerpo y alma y con el apoyo de la derecha internacional, a provocar un golpe civil o militar contra Maduro. Es decir, a violentar el orden constitucional y añadir un nuevo problema a los graves que hoy tenemos: éramos muchos y parió la abuela...
Con un agravante: como lo que es igual no es trampa y, como es imposible que estos conspiradores ignoren que con la vara que miden serán medidos, no veo cuál sería su vacuna contra un contragolpe patriota, contra el poder constituyente armado, salvo implantar la dictadura por 15 años, como recomendaba el ladrón y asesino Carlos Andrés Pérez en los tiempos del paro petrolero. Una dictadura que sería un remedio peor que la enfermedad, porque para los bolivarianos, los cinco y pico de millones de chavistas duros en ese universo variopinto de ocho millones, y para muchos venezolanos que, aún siendo opositores, son demócratas, vivir en dictadura no es una opción.
No sería indoloro un regreso fraudulento de la Cuarta República, ahora que la propuesta "Ley de Amnistía" proclama que todo vale si es político, y que el crimen está en el juicio y no en el hecho. El que toca tambor no puede exigir que no se baile: los venezolanos no nos vamos a calar pasivamente la pérdida de nuestros libertades, y derechos, el asesinato de la democracia y la pérdida de la Patria que ahora, gracias a Chávez, sabemos muy bien con qué se come o se deja de comer.
Pero como el que va a caer no ve el hueco, los flamantes diputados de la burguesía ignoran olímpicamente a la Venezuela que trabaja, la Venezuela profunda. Y eso sin mencionar la soga en la casa del ahorcado: la Fuerza Armada Bolivariana que no permitirá que se entregue la soberanía y se pisotee la dignidad nacional, que se desguace y vendan los recursos y empresas básicas, que se someta lacayunamente nuestra política exterior a las órdenes de Washington y Madrid. Después de todo, desde la Independencia, la Patria Grande siempre fue proyecto bolivariano. Da risa ver a Pedro Luis, el gordito malévolo regodearse diciendo que se va a terminar el "comunismo" en Telesur, juzgando el grandioso proyecto de Nuestra América con su escala mediocre de reunión en el Arepazo de Miami.
Los viejos pícaros adecos resabiados y correosos, y los jóvenes señoritingos de la derecha, cometen un error letal al ignorarnos: no ha nacido ni nacerá el político o diputado que pueda permitirse impunemente otro decreto de Carmona: la Patria es el pueblo y su bandera podrá ondear sobre ruinas, pero nunca dejará de ondear sobre esta tierra de mujeres y hombres libres.
Y si después de causarnos tanto daño, ahora quieren imponernos la guerra, el mal que contiene todos los males, mejor será que coman avispa porque cigarrón atora. Desde el ridículo chivo eléctrico que preside la Asamblea, hasta el gordito de la muerte, pasando por los Leopoldo López, Capriles y Freddy Guevara que creen que Kalashnikov es trompeta porque tiene huequito, todos van a descubrir, si siguen loqueando, cómo pelean los hijos y las hijas de Venezuela.
Triste sería que para respetarnos tuviéramos que matarnos, y para evitarlo existen las reglas del juego democrático y constitucional, reglas con las cuales están jugando los estafadores de la política y los prepotentes explotadores del trabajo ajeno: no digan después que no fueron advertidos. Sépanlo, la Venezuela virtual no resistirá el implacable contraataque de la Venezuela real, y ojalá no lo descubran demasiado tarde...