Lo que estamos viviendo es el desengaño, una vez más, de la ilusión fundacional de la revolución bolivariana: que algún día oligarquía y burguesía, con el visto bueno de las potencias, aceptarán vivir según las leyes de un Estado democrático. En pocas palabras: es posible una Nación de tigres y conejos.
Si fuera así, después de su victoria en las elecciones parlamentarias del 6D y con mayoría parlamentaria, la oposición hubiera convocado al gobierno para plantearle, sin condiciones previas, la urgente necesidad de resolver los problemas que nos aquejan. Nicolás Maduro no podría negarse, y la oposición, con esa lección de buen gobierno, establecería su superioridad política y cogobernaría desde el parlamento, incluso sin renunciar al Referendo Revocatorio y aumentando sus posibilidades de ganarlo y competir con posibilidades en las elecciones subsiguientes.
"Fueron ilusiones de la fantasía, son ficciones que a veces dan a lo inaccesible una proximidad de lejanía": la cabra tira p'al monte y, como dijo el alacrán, "lo siento, rana, es mi carácter". Los diputados adeco-burgueses (92% de ellos dueños de empresa), encabezados por ese chivo eléctrico" con camisa bien planchada que es Ramos Allup, llegaron confrontando, insultando, tratando de descalificar a los otros poderes, dictando leyes que no son sino el Decreto de Carmona repartido en dediles untados con vaselina leguleya.
Los franceses tienen una anécdota de tres caballeros desnudos que bebían champaña en un burdel, y uno ellos, extremadamente flaco, se ufanaba de ser el más dotado: la madama, a quien pidieron su opinión, comentó: "No veo con que culo usted va a empujar eso..." La Asamblea Nacional es un gran ariete empujado por pigmeos, con el cual se pretende derrumbar las fortificaciones del chavismo. Han pasado ya dos meses y no han hecho sino retractarse, dar marcha atrás, sufrir previsibles derrotas jurídicas, y perder la aprobación de sus votantes, a quienes engañaron con lo que ellos mismos llaman ahora "slogan publicitario". No se han pronunciado sobre los problemas puntuales, no se han pronunciado en materia internacional, la que han dejado en manos de Lilian Tintori quien, con 57 viajes al exterior en 2 años, ("pagados por venezolanos en el exterior") lo único que ha logrado es mal poner a Venezuela y acumular millas de viajero frecuente al punto que, si algún día llegara a divorciarse, podrá irse a buscar novio a Polinesia.
Como no logran nada, los diputados adeco-burgueses comienzan a sufrir una implacable erosión política, pero insisten tercamente en que su misión prioritaria es sacar a Nicolás Maduro (como antes fue sacar a Chávez), y aquí volvemos al principio: si la ilusión fundacional del chavismo fue creer que la burguesía podía ser democrática, ésta ilusión se complementa con la ilusión fundacional de la burguesía, producto de su desprecio por el pueblo, que es creer que esta revolución sólo es caudillo y populismo, y no un hecho cultural irreversible.
Tenemos una asamblea virtual, que escribe y escribe sin estar conectada, salvo a los servicios secretos extranjeros que poco pueden por ella, salvo transmitir las recomendaciones de las potencias y las transnacionales. Y digo recomendaciones, porque no se puede transmitir órdenes a quien se encuentra incapacitado de cumplirlas.
Pero este circo virtual y mediático de la Asamblea, que parece una historia de locos perseguidos por fantasmas, encierra una amenaza bien real: viendo su incapacidad de legislar, la Asamblea adeco-burguesa puede jugárselo todo a la violencia de calle, y empezar a trabajar para la guarimba y el paramilitarismo, en vez de hacer (como hasta ahora) que trabajen para ella. Hasta que alguna ciudad se vuelva temporalmente enclave rebelde, y Estados Unidos y su OTAN juzgue urgente una "acción humanitaria" para evitar el previsible aplastamiento de los insurrectos, utilizando (como en Libia) todo su poderío aéreo. Y caerían cohetes, cada uno de los cuales mata más que Capriles Radonsky, y caerían bombas, cada una de las cuales mata más que Leopoldo López. Y en medio de la polvareda y el humo de una Venezuela en demolición, la mano de la historia jalará el cable y desenchufará a la Asamblea Virtual de la oposición venezolana. Para que se cumpla la última línea de Don Quijote:
"...van ya tropezando, y han de caer del todo, sin duda alguna. Vale."