La mayoría de los integrantes de la Asamblea Nacional son ágrafos. "Analfabetas de siete plazas", los calificaría el colega Alberto Nolia. No saben escribir, pero, sobre todo -y es lo más grave- son apátridas, traidores y entreguistas.
Las calificaciones de entrada les vienen dadas porque muy pronto solicitarán a gritos y manos alzadas, desde las curules que ocupan para conspirar, que la OEA decida aplicar contra Venezuela, la Carta Interamericana.
Están muy apurados por quedar bien con sus amos del Norte y con quienes les pagan desde mamparas dependientes del imperio yanqui, a través de Usaid y otos organismos bajo su control.
Quieren hacer en nuestra patria lo que ya el imperio intentó y logró en el golpe parlamentario contra el presidente constitucional de Paraguay, Fernando Lugo.
Se encuentran envalentonados porque el gobierno que encabeza Barack Obama parece decidido a reiterar su "merecido" Nobel de la Paz dejando ensangrentados los campos de Nuestramérica y, particularmente, de Venezuela, con una intervención armada "por razones humanitarias" y en "defensa propia", pues ya hace mucho rato que ese gobiernito imperial decretó y ha ratificado que nuestro pueblo representa "una amenaza inusual y extraordinaria" para EEUU.
Los lacayos pitiyaanquis, envestidos de diputados del poder legislativo venezolano, se movilizan por el mundo y acuden a la OEA para tratar de voltear una votación que no será fácil que coincida en aceptar agresiones contra un pueblo de paz, como lo es y ha demostrado ser, Venezuela.
Nuestro país no está solo. Pero nuestro pueblo, aunque estuviera solo, es un pueblo con dignidad, es un pueblo de lucha, de batalla y victoria. Es un pueblo de vencedoras y vencedores, un pueblo de libertadores como Bolívar y Chávez, un pueblo soberano y convencido de que éste es el camino hacia la independencia definitiva y la Patria socialista.