Siendo Esopo esclavo, le encargó su amo preparase un suntuoso banquete para sus ilustres amigos. Los manjares habían de ser de lo más delicado que se encontrase en Grecia.
Llegada la hora del festín, se sirvió a los comensales un plato de lenguas diferentes, aderezadas con salsas distintas. Vino el segundo plato, también de lenguas, lo que provocó Pero el tercer plato era también de lenguas, y el cuarto y todos los dias, lenguas solamente. Disgustado el amo con esta especie de burla, increpó a Esopo, reprendiéndole durísimamente.
- Señor -se disculpó el esclavo-, me encargasteis lo mejor para la comida, y no he hallado cosa mejor que lenguas. Ellas son el órgano escogido para los discursos y los elogios; con ellas se aprende la moral y la filosofía; por ellas se verifica el comercio, se celebran los contratos, nos vienen las luces de otras partes, se ama... ¿No hay, pues, señor, cosa de más estima que las lenguas?
Todos aplaudieron las razones de Esopo, excepto el amo, que le dijo:
- Pues bien, mañana vuelven a comer aquí esos señores. Si hoy nos has puesto lo mejor que hay en Grecia, mañana quiero que nos sirvas lo más malo.
Al día siguiente, Esopo preparó otra comida, pero también de lenguas, que son asimismo lo peor que existe.
Esopo, personaje principal de esta fábula, advierte a Ramos Allup sobre uso de la lengua.
La lengua -dice Esopo- puede servir para lo más excelso o para lo más malo. Por eso debemos cuidarla, amansarla, domarla y controlarla. Suele decirse. “Que se es amo de lo que se calla y esclavo de lo que se dice; que la lengua es castigo del cuerpo, y que por la boca muere el pez... Existen muchas expresiones que nos previenen sobre el uso de la lengua y la necesidad de ser moderados. La lengua puede ser una espada de doble filo. Seamos moderados. ”Si no puedes controlar tu piazo è lengua, - alerto Esopo – a Allup- contorsiona el cuerpo y métetela por donde no pudo este esclavo.