Un día, en la vida de Uribe

Lo primero que hizo Álvaro Uribe al llegar a la Casa Blanca en Washington, después de saludar a quienes se encontraban en su camino, fue ir al baño. Allí comprobó, en un gran espejo colocado en la pared, al personaje que tendría que hacer para agradar a los asistentes a la reunión, la cual se intuye era para hacer el balance del derrocamiento de la presidenta Dilma, del Brasil, no sin antes hacer un recuento de lo sucedido en Honduras y Paraguay para tratar de buscar situaciones comunes que podrían aplicarse y seguir afectando a Venezuela.

Una vez en el baño, comenzó el acicalamiento. Arreglo del peinado; del nudo de la corbata, limpieza de los cristales de los lentes, después de opacarlos con el soplo de su aliento; daba vueltas nervioso en el baño y trataba de orinar a cada rato sin tener ganas. Sin embargo, era un hombre feliz, se preparaba de tal manera que cualquiera diría que iba a recibir su recompensa en dólares para que hiciera llegar una porción al resto de sus colegas expresidentes que no están pelando bolas, pero que dicen: "que unos cuantos dólares, no están demás, con tal de tumbar al gobierno venezolano".

Cuando de verdad se coloca frente al espejo, comienza la gran metamorfosis que le estremece el cuerpo. No es de extrañar. En los Estados Unidos hay quienes se convierten en cualquier cosa. Por ejemplo, en hombre araña, Superman, mujer maravilla, Hulk y así por el estilo. Por cierto, muchos venezolanos se han convertido en traidores a la patria sobre todo si le ponen una carnada en dólares, que no pelan.

Pero como el cuento es de Álvaro Uribe, no nos desviemos del tema. En efecto, la imagen de Uribe mostraba, a un pequeño hombre a quien le comenzó a brotar una especie de bigotitos en el centro del labio superior que le daba un parecido a una persona conocida por sus antecedentes criminales en la Alemania nazi, aunque pudo haber sido el mismo, si se recuerda los crímenes que reseñan los medios de comunicación, ha cometido en Colombia.

Cuando por fin sale del baño, toma asiento junto a quienes le esperaban con impaciencia. Y en realidad hablaban del golpe a Dilma, el de Paraguay y el de Honduras, hasta que cayeron en el tema venezolano. Eso sirvió para analizar el revocatorio a Maduro, coincidiendo en que el mismo no se realizaría por la flojera e incapacidad, además de la división en que cayó la oposición venezolana que se expresa a través de una mayoría en la Asamblea Nacional que ha pecado de torpe y agalluda. Así lo dijeron.

Este análisis lo aprovecha el transformado Uribe para dejar conocer su macabra opinión: "A Venezuela hay que intervenirla militarmente". A lo que dice el gringo: ¡Oh, very well!. Enseguida, Uribe, emocionado con los ojos aguados y a cada rato como Ismael García, con el dedo medio empujaba los lentes hacia arriba para ponerlos en su lugar. Luego le pregunta el gringo: Uribe, ¿Tu, tener ejército para intervenir Venezuela?; Uribe, responde: Cuento con el de ustedes. El gringo replica: Uribe, you are crazy. Venezuela se respeta.



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Jesús Rafael Barreto


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