La derecha venezolana desplegó en la OEA todos sus recursos y artimañas mediáticas para magnificar una nueva puesta en escena de su macabra telenovela para intentar romper el hilo constitucional. Todas bien colocadas y sincronizadas, docenas de cámaras, micrófonos, luminarias, atriles, monitores, actores y demás artilugios cinematográficos estaban preparados para brindar en vivo a todo el planeta (y sus alrededores) un show cantinflesco, digno del mejor circo del mundo.
Las tribunas de la derecha histérica estaban atentas y aplaudieron hilarantes y frenéticos cada situación, cada ocurrencia: la corbata torcida de Allup o el maquillaje mortuorio de Poleo. Estaban más emocionados que el día de la autojuramentación de Carmona Estanga cuando derogó todos los poderes públicos. Pero pasaron las horas y el jefe del Circo no apareció nunca en escena, nunca llegó la vedete al set principal. Por el contrario, sus "tuitercitos" ubicaban a todos los "artistas" del circo Allup, confinados en algún cuartucho cerrado, bien alejados de la sesión de la OEA. Al parecer, los pujos e imposiciones de Almagro solo pudieron hacerles llegar hasta el "salón contiguo".
Con pena ajena, los payasos y trapecistas opositores solo tuvieron acceso a los pasillos, salones anexos, cafetines y baños portátiles de la OEA. Es todo lo que el señor secretario Almagro les pudo conseguir. Forzó la barra, más a título personal que institucional, pero no pudo sacar los bufones al ruedo.
El circo no encontró mayor trascendencia mediática y no les quedó otra que hacerse una triste "selfie" en el misterioso "salón contiguo". Foto por cierto para la historia, porque puso en evidencia que esta nueva conspiración está dirigida por unos dinosaurios llenos de odio y de miseria. En la más absoluta soledad y con total levedad, se les veía mirando la sesión desde la sinuosa retaguardia. En el frente de batalla, estaban defendiéndose de las barbaridades de Almagro, las legítimas autoridades de Venezuela.
Con la baba afuera, parecían desear con vehemencia que la OEA decretara la inmediata invasión militar y el bombardeo en contra el país. Que se aplicara el bloqueo económico y financiero y se cerraran los puertos y nuestro espacio aéreo (tal como hizo Estados Unidos cuando invadió Irak en 1991 y creó las zonas de exclusión entre los paralelos 33 y 36). Igualmente, se les veía "reflexivos" y anhelantes de que la OEA aprobara el fusilamiento, lanzamiento a la hoguera o exterminio en cámara de gas de todas las autoridades de los poderes públicos de nuestra patria (claro, con excepción de la gavilla opositora y golpista de la Asamblea Nacional). Todo esto se veía en esas pepas de ojos decrepitas y desorbitadas, perdidas en unos insignificantes monitores de televisión.
Pero el show fue un fracaso. Los magos e ilusionistas del circo Allup no engañaron a la mayoría de las delegaciones y gobiernos representados en la OEA. No avanzaron más porque no tenían los votos ni los medios legales para seguir en el principal objetivo que los guía: arrasar con la Revolución Bolivariana y asaltar el poder político.
Estos trapecistas y malabaristas volvieron a defraudar a sus seguidores y financistas. Su fracasada función de seguro puso en riesgo todo lo que han ofrecido, empeñado y comprometido en sus reuniones secretas con sus patrones del norte, para entregarles, a precio de gallina flaca, las riquezas del país. Es la única forma de entender las sospechosísimas y sincronizadas declaraciones de personajes como Amos Hochstein, representante en temas energéticos de Estados Unidos, quien afirmó hablando sobre nuestra industria petrolera, que "si hay un cambio en el gobierno, un cambio en actitud, podría ver un incremento en la producción relativamente rápido". Casi nada. Que desfachatez más grande la del Imperio Yanqui, que están totalmente seguros de que van a poder esquilmar mejor al país si nos gobierna la derecha apátrida.
El jefe del circo Allup y sus payasos aprovecharon también para pasear por Miami, donde hablaron para una tribuna hambrienta, cual Coliseo Romano, donde lo único que pedían era la Salida violenta (a sangre y fuego), muy al estilo acostumbrado por Leopoldo López y sus grupos neofascistas. Embriagado por los aplausos y las luces de neón, Allup declamó en un estado de Nirvana, que "haremos lo que tengamos que hacer", exudando su odio y ataques contra el Tribunal Supremo de Justicia y la Fuerza Armada Nacional Bolivariana.
Todo indica que este bizarro circo de Allup defraudará nuevamente a todos sus seguidores. Solo hay culebra bajo la carpa. Los leones Allup, Capriles y López se están comiendo hambrientos entre ellos. Hasta los enanos tienen su propia agenda, negocios e intereses personales.
Este es el peor circo del mundo.