La autodenominada MUD y sus voceros (que no son ni lideres, ni dirigentes) se encuentran en éste momento reflexionando sobre el que hacer en las próximas semanas, ya que desde hace cierto tiempo, ya están conscientes de que éste año no se va a realizar el referéndum revocatorio.
Los opositores más radicales consideran que la clave para sus planes desestabilizadores es hacer un llamado a sus simpatizantes antichavistas a que salgan a la calle en “desobediencia civil” y reeditar y perfeccionar nuevas formas de guarimbas, argumentando que el CNE no quiere que se realicen elecciones presidenciales éste año, porque el gobierno le teme a perder el poder ejecutivo nacional.
Estos sectores de la ultraderecha saben que es muy probable que el TSJ declare la nulidad por fraude en la recolección del 1% de las firmas para la solicitud del referéndum revocatorio, por lo tanto tienen que aplicar su plan “B” que consiste en crear las condiciones para una guerra civil o un golpe de estado con la ayuda de la derecha internacional antichavista.
Mientras tanto dentro de la MUD, se ha desatado una encarnizada lucha por la silla presidencial, en donde no hay menos de cinco aspirantes que cada vez se observa en el horizonte, que será muy difícil que cada uno de ellos ceda para una candidatura presidencial unitaria opositora, porque la ambición y el narcisismo político entre ellos son demasiado fuertes.
Allí tenemos el caso de Ramos Allup, en la cual hay que tomar muy en serio con su “verbo discursivo” por el grado de agresividad y las amenazas que éste personaje de la cuarta república, anda diciendo de que quiere meter preso prácticamente a toda la dirigencia chavista, que lo hace a uno pensar en que quiere convertirse en “el gran vengador” del antichavismo como presidente de la república, fiscal general o para dirigir el TSJ.
El hecho real es que la oposición se encuentra entrampada en su propio laberinto.