Quizá nos merecemos lo que estamos viendo y padeciendo, si a la postre resulta aleccionador el destape de excesiva brutalidad política que demuestra en el 2017 la sociedad venezolana clase media hacia arriba, enloquecida e insensibilizada luego de varios años de inducción a la descalificación, el odio y la intolerancia entre venezolanos, prohijada por la comunicación social politiquera y rastrera.
"Esto que veo en Venezuela es de un pueblo bruto…", frase desagradable que le oí a un caballero entrado en años, quien compartía con otro en la barra del restaurant de comida china, donde esperaba el pedido para llevar; me hice el desentendido pero me llamó la atención que los dos hombres no son venezolanos, su acento los delataba fácilmente.
El acompañante de quien nos descalificaba, le pidió bajar la voz, estaban algo lejos de otros asistentes al restaurant, mi cercanía fue circunstancial, sentado a la espera cerca del comienzo de la barra. Hablaban de la destrucción que ocasionan mal llamados "manifestantes por la libertad", quienes queman y destrozan propiedades, talan árboles, intimidan transeúntes, algunos quedaron filmados "aliñándose" con marihuana y bebidas alcohólicas.
Confieso que no fui capaz de entrometerme en la conversación de esos dos extranjeros, porque en otra otra parte de su charla se reían de la señora que encopetada y desafiante, decidió bajarse la ropa interior y defecar en una calle de El Cafetal, para rebautizar esa urbanización de clase media caraqueña, a la que ahora llaman "El Cadefecal".
A disociados, y a los Monseñores con tonsura que no los angeliza su conducta de doble rasero, va un fragmento escrito por Andrés Bello en su "Oración Por Todos". "Por el hombre sin entrañas//en cuyo pecho no vibra//una simpática fibra//al pesar y a la aflicción// Que no da sustento al hambre//ni a la desnudez vestido//ni da la mano al caído//ni da a la injuria perdón//por el que en mirar se goza//su puñal de sangre rojo// buscando el rico despojo// o la venganza cruel.