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Usted, señor López, ha sido sentenciado a unos 14 años, por lo que usted hizo. Está recluido en una cárcel modelo. Única en su estilo. Sólo van allí presos privilegiados. Donde goza de completa libertad para hacer ejercicios, para leer y hasta para sostener entrevistas con CNN. Tiene televisión en su habitación o celda. Eso está bueno. No lo cuestiono. Aunque muchos piensan que no debería haber privilegios para ningún preso. Todos los presos deberían cumplir sus condenas en cárceles nacionales. Pero bueno. Usted está allí, y punto. Yo estuve preso 6 años a partir del 2 de junio de 1962, cuando participé en el movimiento cívico-militar conocido como El Porteñazo, junto a un grupo de Oficiales y Suboficiales, condenados por largos años de prisión, en primera instancia. Nosotros no tuvimos privilegios de ninguna especie. Nos tuvieron hacinados cuatro meses en unos calabozos de castigo para los soldados del Cuartel Carabobo, en Valencia. Por cierto, fueron esas tropas las que llegaron primero a combatir contra nosotros en Puerto Cabello, lo que indica que estaban predispuestos, y, por lo tanto nos torturaban psicológicamente, y nos castigaban con la comida y el agua, así con las necesidades que debe cumplir diariamente todo ser humano. No teníamos visitas, para completar.
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Luego nos pasaron al Cuartel San Carlos y de allí fuimos a para a la Isla del Burro, señor López, lejos de la civilización y con el martirio y el sufrimiento para nuestros familiarizas para acostumbrarse a un largo camino de viaje en autobús hasta llegar más Allá del pueblo de Magdaleno, y más allá del poblado de Yuma, hasta llegar al embarcadero, donde abordaban una gabarra que las trasladaban a tierra. A las cinco de la tarde partían de regreso. Eso era un tremendo sufrimiento cada día de semana, de cada mes y de cada año. Señor López, nosotros no contamos con ONG, ni con emisoras de radio y mucho menos con canales de televisión, con CNN, ni con periódicos que metieran la mano por nosotros y por nuestros familiares. Allí estuvimos con dignidad revolucionaria, hasta que el gobierno de Raúl Leoni, decidiera darle una solución política a nuestra situación. A los Oficiales y Suboficiales activos, sin sentencia firma, nos obligaron a firmar la baja con la condición de darnos la libertad. Fue así como en 1967 salimos: unos para el exterior en calidad de exiliados, otros confinados en algunos lugares del país, y otros en libertad plena.
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Señor López, fuimos presos con dignidad. Nunca pusimos a nuestras esposas, o padres, a mendigar justicia ante el gobierno o ante organismos internacionales. Nunca se arrimaron para fotografiarse con jefes de estado, ni mucho menos. Ellos asumieron esa misma dignidad. ¿Qué hicimos durante nuestro largo encierro? Leer, estudiar y aprender sobre la política? Leíamos de todo. Y cuando salimos no guardamos rencor alguno contra nuestros carceleros ni contra los gobiernos de Rómulo Betancourt ni contra el de Raúl Leoni, adecos por demás. Nos dispersamos y cada quien hizo lo que les vino en gana. Por cierto, hace poco se cumplieron 55 años de aquella época plena de sueños truncados, pero fructíferos con el tiempo, pues, el Carupanazo y el Porteñazo abrieron el camino para la gesta del 4 de febrero de 1992. A esta fecha, Sólo sobrevivimos unos 14 oficiales. La mayoría conservamos nuestros principios revolucionarios intactos. Además, somos felices, señor López, no practicamos la rabia ni el odio. Somos tolerantes y amantes de la paz, del diálogo y la convivencia pacífica. Eso sí permanecemos rodilla en tierra con el legado del Comandante Supremo Huyo Chávez Frías.
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Señor Leopoldo López: le cuento estas cosas no para fantasear o dármelas de mártir, o algo parecido, ante usted. No es mi estilo. Lo hago con sinceridad, y, aunque usted no lo crea, por solidaridad. Usted es un hombre joven. Tiene aún todo un mundo por delante. Por tal razón debe aprovechar su encierro para leer y para aprender a hombres que han pasado muchos, pero muchos más años en prisión, de lo que usted pueda pasar. Lea sobre Nelson Mandela y sobre Oscar Rivera. El primero tuvo 27 años preso, y el segundo 37. Usted, debe conocerlos mejor que yo, por lo que no voy a hondar mucho sobre ellos. Sólo quiero que piense en cual fue la actitud de ellos estando encerrados y luego en libertad. Ambos fueron reflexivos, tolerantes y desprovisto de rabia y de odio. Por eso el primero llegó a la presidencia de Suráfrica y campeón de la reunificación entre la gente blanca y la negra. Su talante, su sabiduría lo hizo un hombre aclamado por todo su pueblo, y murió siendo querido por todos o casi todos los surafricanos. Mientras que Oscar Rivera, Salió hace poco de la cárcel, en los Estados Unidos, y su actitud fue la de un valiente y digno revolucionario que lucha por la independencia de patria. Sus primeras declaraciones ante los periodistas, no dejaron señal alguna de rabia u odio por sus carceleros, ni por los gobiernos de los Estados Unidos. Sólo dijo: "Aquí estoy, íntegro y dispuesto a seguir la lucha por mi pueblo". Que ejemplo, los de estos dos hombres. Fueron amantes de la paz y el diálogo, aun estando largos años en prisión. Pero la visión era la de verdaderos luchadores por sus pueblos, de verdadero líderes.
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Señor López: usted puede hacer mucho por Venezuela desde Ramo Verde. Usted puede parar este baño de sangre innecesario, donde vidas jóvenes se están perdiendo en una lucha sin sentido. Vidas que podrían serle útiles al país. A ese país que usted dice querer. Usted, señor López, si no ha perdido el tiempo de su encierro, puede reflexionar sólo, en su lugar solitario, propicio para el reencuentro espiritual. Sin interlocutores. Sin consultar con nadie. Solo con su conciencia. Su decisión podría ser de gran servicio para Venezuela, y usted no perderá nada. Al contrario crecerá como ser humano y como político. No tenga miedo. Sea auténtico. No dependa de los demás. Del qué dirán. Ninguna persona que se digne ser líder, se deja llevar por los demás. Usted tiene sus propias ideas. Son suyas y de nadie más. Entonces, dele sentido a las mismas. Tome la decisión que le favorezca a usted y a su país. Dice el padre Alberto Linero: "La vida es un constante decidir. Nos invita siempre a tomar opciones, a escoger camino para andar, a realizar acciones o a quedarnos quietos…". Entiendo que quedarse quieto también es una decisión que se asume ante varias opciones. También nos dice el padre Linero, en su libro "El poder de las decisiones": "Nadie puede evitar las consecuencias, entre otras cosas porque los primeros impactados por los efectos de nuestras decisiones somos nosotros mismos. Claro no que no sólo nos afectan a nosotros, también a aquellos que son miembros de nuestro círculo vital…". Pero eso va más allá cuando se trata de un político como usted. Sus decisiones no solo afectan a su persona, sino a todo un país. Es decir a muchas personas. Reflexione en eso. Está a tiempo de tomar su más grande decisión de su vida. No desabroche el momento.
Agregado:
Señor López: las oportunidades se presentan y hay que aprovecharlas, pues, tal vez no se vuelvan a presentar. Yo soy un viejo de casi 80 de edad, y sé porque se lo digo. Usted tiene toda una vida por delante, tal vez, si toma una decisión lógica, en este momento, la misma sea el pasaporte para que se proyecte y se deslinde de tanta mediocridad.