Tengo la impresión de que Leopoldo López es un soberano gafo, o le gusta estar preso, una de las dos. Aquí, en este bello país, los pillos se dan a la fuga antes de apresarlos, al recibir el pitazo, o se fugan después de algún tiempo de estar confortablemente en Ramo Verde, vía a sus casas. Carmona, el breve, fue el primero. No duró nada preso. Él precedió a los centenares que han alzado “vuelo”, sean civiles o militares sin pagar por el daño que hicieron al país. Colombia se ha convertido en el primer eslabón de esa larga cadena de prófugos de la justicia. Después aterrizan en Europa o en los Estados Unidos para seguirle echando vaina al gobierno nacional. Cuando lograr su “hazaña”, se convierten en “héroes” y aparecen en la televisión o en periódicos, muertos de risa. Gozando una bola y parte de la otra. Previo a la fuga, fingen estar enfermos, y las autoridades preñadas de buena voluntad, ceden, después de comerse el cuento. Se cumple aquella famosa frase, de épocas pasadas, en el que un periodista de sucesos terminada su reporte con la afirmación de que “el crimen no paga”.
Una recomendación para el gobierno: liberen a esos presos. Los que quieran irse para “el paraíso” en el exterior, llévenlos y regálenselos a los gringos y al bocazas Almagro. Y los que quieran seguir echando vaina en el país, déjenlos también. Aquí nadie paga. O mejor dicho, en Venezuela pagan los pendejos. A esos sí los condenan a no sé cuántos años y los envían a cualquiera cárcel nacional. Señor presidente Maduro, no siga gastando tanta plata en manutención de tantos vagos. Utilice esos reales para dárselos al pueblo en comida. Y mande a esos custodios para la frontera a matar mosquitos. Llame a Delcy Eloína y pídale que promueva una Amnistía. Se cubre de glora ella y, de paso, usted. Sale mejor que estar guardando preso hasta que les da la gana de fugarse. El único pendejo es Leopoldo López. Me atrevo a pensar que la Tintori le ha dado de tomar alguna agua rara que produce el efecto de gafo al cuadrado.
Agregado:
El viejito y “enfermo” Antonio Ledezma le dejó el pelero al gobierno. Ahora se ríe, burlonamente del dictatorial de Nicolás Maduro, desde Colombia. Ya Almagro ha profetizado que Ledezma será el nuevo jefe de la oposición, y posible “presidente” en el exilio. El parapeto que está armando Almagro va viento en popa. ¡Carajo!, que revolución tan buena, o más bien tan pendeja, como diría un amigo.