El comportamiento pertinaz de los conductores de la oposición, que impulsan a sus seguidores a la violencia verbal, gestual y conductual generalizada, sembró en la colectividad integrada por adversarios a la revolución socialista, antagonistas de Hugo Chávez y sus partidarios, una peligrosa frustración, amargura, desaliento y alteración del sistema nervioso, convirtiéndolos en figuras de la peor odiocracia, sin consideración lógica al respeto necesario entre seres humanos, menos si se trata de pervertir las relaciones de gente nacida en una misma patria.
No condenar los asesinatos, ni los desatinos en manifestaciones de calle, basadas en la destrucción generalizada de bienes públicos y privados, hizo que la actitud de los críticos al socialismo bolivariano chavista, consideraran a las demostraciones opositoras actos de heroísmo, frente a una "dictadura". Con esta convicción justificaron salvajadas de agavillamiento, en extrañas actitudes descontroladas cabe recordar a la señora que en El Cafetal en Caracas defecó públicamente, para ser filmada, jóvenes "templarios" asesinos de guardias nacionales y policías, o los desaforados gritones cuando clamaban "que lo quemen", "vamos a quemarlo".
Venezuela enfrenta feroz campaña internacional por una falta de insumos, calculada e internamente apoyada, a la que se suma el dólar today y la hiperinflación insensata de precios impuestos desde el campo privado. Enfrentamiento entre hermanos para la historia política de una Venezuela donde hay elecciones a cada rato, aunque al sector oposición le hayan inyectado APOROFOBIA, aversión, miedo o rechazo a los pobres, personas de toda edad ganadas para la práctica de la SINFOROFILIA, disfunción psicológica de quienes se aficionan a ver desastres, así sea de su propia familia o de su patria, aplaudiendo y observando las desgracias que ellos mismos provocan.
