Ante el descalabro en la oposición, parece, huele y se intuye que sus principales líderes políticos están jugando al vacío, a la ausencia, al abandono de la tribuna y el campo político.
Es decir, se han tomado vacaciones colectivas en la derecha. En parte lo agradecemos, porque en la calle, por lo menos, han cesado los actos de violencia guarimbera y las acciones terroristas, el "método" de acción y expresión política preferido por sus sectores más radicales. Los otros, a contra natura de lo que debe ser un verdadero político, un demócrata, se han dado a la tarea de renegar y vilipendiar de nuestro sistema democrático, de los procesos electorales y del valor del voto como forma de máxima expresión política, para elegir y decidir. Por insistir en este errado camino, luego no se vayan a arrepentir cuando salgan en la búsqueda de su electorado y no encuentren a masa alguna que les crea y siga.
De entre la fauna opositora, sobresale el grupo de vacacionistas forzados, los que trascendieron el ámbito político y cayeron en el campo delincuencial. Los que están en conflicto con las leyes. Allí están los golpistas y proterroristas como López; o los infractores de las leyes y procedimientos administrativos con Capriles Radonsky. Ambos están inhabilitados por violar las leyes venezolanas, pero que, bajo la óptica e hipersensibilidad de la derecha histérica, son solo unas pobres victimas del Chavismo. Evidenciando una vez más, que los mantuanos se siguen creyendo por encima de las normas que todos los ciudadanos debemos cumplir. En vacaciones pues, por rateros y violentos.
En este borde de la legalidad está Guevara. Amparado en su "impunidad parlamentaria", dirigió personalísimamente todas las acciones de violencia criminal del tumultuoso año 2017 (sus huestes hasta quemaron gente viva por todo el país). Este "valiente" opositor, a las primeras de cambio, y sin que nadie lo estuviera buscando (solo su propia conciencia), salió a esconderse cobardemente en la embajada chilena, reafirmando que los herederos más insignes de Pinochet, nunca abandonan a uno de los suyos. Allí sus vacaciones se han convertido en su muerte política, imposibilitado de declarar y seguir aupando públicamente a la violencia rastrera, debido a las normas diplomáticas que limitan su accionar mientras esté escondido en la embajada. Conociendo la cobardía característica de la derecha, debe tener (como el vampiro Ledezma), varios planes de fuga en marcha, para evadir así su responsabilidad ante la justicia por tantas muertes y crímenes cometidos. Estas vacaciones de Guevara de seguro continuarán, playa y sol mediante, en un exilio dorado.
A quien no le quedan hojas libres en el pasaporte es al magnánimo turista Julio Borges. Sus vacaciones se han convertido en fugas permanentes. Viene de vez en cuando de visita a Venezuela. Sus vacaciones son las más peligrosas de entre todos los opositores, porque cada vez que viaja a un sitio en el mundo es para conspirar. A donde llega este tóxico y apátrida personaje, empiezan inmediatamente a crearse situaciones de injerencia, acoso y bloqueo en contra del país. Este voraz vacacionista se ha convertido en el mayor traidor de la patria. No encuentro en la historia de nuestro país a otro político tan rastrero como este (Dante ubica a los traidores en el último círculo del infierno. Allí, sentados a la mesa están Judas Iscariote y Marco Junio Bruto, sumándoseles el miserable de Borges). Esta será también su muerte política, porque los pueblos no siguen, ni creen en los apátridas. Los pueblos no perdonan a los traidores. Nadie en la propia derecha, ni en su propio partido lo quiere.
Pero hay otro vacacionista que se gana el premio mayor. El turista del año es, sin duda alguna, el diputado parlanchín Ramos Allup. Así, luego de que se instaló cómodamente en la presidencia de la Asamblea Nacional, este personaje blandió por meses el hacha de la guerra, y juró que él con sus propias manos desollaría al Chavismo todo. Prometió entonces que asaltaría el poder aún en contra del deseo de la molestosa MUD. Pero el eterno precandidato, ahora nos sorprende haciendo mutis, pasando agachado, con un vergonzoso silencio: esa boca no es mía. Allup parece un radio apagado. En el lugar escogido por Ramos Allup para pasar sus vacaciones políticas, como que no hay cobertura ni señal. Porque luego de ser una guacharaca escandalosa, su nuevo modo mutismo, ha sorprendido a los políticos más versados y sus seguidores han quedado estupefactos, desencajados. Sugieren algunos que en la selva tropical o en la playa donde disfruta de sus obligadas vacaciones políticas, solo han podido llegar los mensajes, en modo jalón de oreja, de sus patronos del Departamento de Estado. Las instrucciones dadas por el Tío Sam han acabado con sus ambiciones políticas. Amargas vacaciones para el caudillo adeco.
Lo que subyace en el fondo de toda esta situación, es el anhelo de todos estos personajes políticos, devenidos en vacacionistas, de que haya una salida violenta, no democrática, no por la vía electoral. Sus escenarios son los señalados por sus Amos del Norte: bloqueo financiero y político hasta lograr el colapso del gobierno o la intervención militar directa. Los vacacionistas políticos deshojan las margaritas, entre whisky y whisky, para que nos acerquemos a las puertas del apocalipsis. Creen que es allí cuando por fin podrán asaltar el poder. No confían en el voto del pueblo (no cuentan con su respaldo y confianza), por eso solo sacan números y cuentas creyendo que, si aplican todas las fórmulas y algoritmos de Pitágoras, Euclides y Al Khwarizmi lograrán cambiar artificiosamente la correlación de fuerzas que los tiene convertidos en minoría desde hace 20 años. Ni que se fajen con Maquiavelo en el taller del mismísimo Lucifer van a lograr el amor del pueblo.
Como la vida continúa y nada se detiene, el país sigue su rumbo, enfrentando las dificultades con un pueblo valeroso que no se rinde ni se doblega. Esa es la diferencia, entre políticos que enfrentan los problemas y asumen las responsabilidades junto a la gente; y los que se van de vacaciones políticas, huyendo, abandonando al pueblo. Los políticos de la derecha se han tomado su año sabático, vacaciones colectivas. Pena debería darles.