Desde que Jasón y Medea se aventuraron en aquella arriesgada expedición de los Argonautas en busca del Vellocino de Oro, la idea que tenemos de la Aventura es por naturaleza conflictiva, ardua, crucial, y hasta horrorosa. La idea del placer en la aventura parece haber desaparecido en las fauces de los monstruos. Lo decimos por que ahora pretendemos aventurarnos en una expedición mental para reflexionar sobre el odio y otros sentimientos que el Pueblo despierta en esa rancia casta en que se ha convertido la oposición en Venezuela secundada por el celestinaje de la vetusta oligarquía. El Chino Vidal, jodedor como siempre, ha dicho en un artículo reciente que la oposición odia al Pueblo, y da detalles de la vaina. A nosotros nos queda pues, hundir un poquito más el bisturí en esa entraña maloliente.
De tanto fuñir al pueblo la oposición se acostumbró a vivir de él, y de este modo le nació la convicción de su superioridad que de alguna manera exterioriza en su echonería y prepotencia. En su bucólica sapiencia, cada miembro de esa casta opositora cree tener una patente de corzo para adueñarse de la razón y para perpetuar sus dictámenes sobre la gran mayoría de la población percibida por ellos como sus esclavos de siempre. Es en esta atmósfera que el pollino de Rosalito habla con la gusanita de María Elvira Salazar en uno de esos programas mayameros cuyo trasfondo perpetuo es la esquizofrenia en contra de todo lo que se mueva y que al mismo tiempo signifique un peligro eminente para el sostenimiento de la dictadura mundial del Imperio Norteamericano. En ese infeliz contacto telefónico con el programa gusanérico, el títere, la marioneta de alfondoque, dice que “el alto porcentaje de venezolanos que apoya a Chávez son parásitos”. ¿Qué significará la palabra “parásito” para este triste gusano? ¿Sabrá él que “parásitos” son las decenas de millones que su merced tiene en su maltratado tubo intestinal? Chi lo sa.
Según el pollino, candidato de Bush, todos los que de algún modo estamos involucrados en las misiones, somos parásitos. No sabe este gusanucho, que de todas las burradas que ha proferido de su jeta, esta es la más desacertada en sus planes de querer embaucar el entendimiento de un Pueblo noble y trabajador que cada día está más claro de su destino socialista. Nosotros, que por razones de amor y de cumplimientos de tareas ineludibles en nuestra condición de patriotas, estamos en la calle hablando con el Pueblo, investigando con el Pueblo, damos fé de esta aseveración: la gente de a pie, la masa grande de Venezuela que ama la causa bolivariana, y que se dispone a construir el Socialismo, esta arrecha con el borrico de Rosalito por haberla jeteado con el adjetivo de “Parásito”.
Sin mucho esfuerzo uno puede darse cuenta que el pollinito habla sin pensar, él sólo jetea la cartillita de Washington. Quizás se le haya olvidado, que si alguien merece ser llamado “parásito” es precisamente él y su papá, el burro alcohólico. Mejor conocido por Bush Júnior.
Se acerca la hora, en que todo el llamado tercer mundo, por obra y gracia del saqueo y del genocidio imperial, asuma la ofensiva en el primitivo y legítimo acto de pasar de víctima acusada al del acusador que desnuda al hipócrita criminal que roba y mata, y luego acusa del asesinato a los muertos todavía insepultos.
Esa batalla diplomática que libra nuestro País para obtener un puesto como miembro no permanente en el Consejo de Seguridad en la ONU, podría ser el principio de una operación de desenmascaramiento global de la hipocresía del gobierno de los EEUU ante los ojos de los desposeídos de la Tierra que no tienen Internet, televisión, ni siquiera un radiecito de pilas. A los obreros del mundo les gustaría saber en detalles, cómo es que después de la segunda guerra mundial el imperio norteamericano se convirtió en una dictadura planetaria que terminó acabando con la bipolaridad que representaba la Unión Soviética, y se convirtió luego en una dictadura de ficción que existe más allá de la realidad ocultada a los propios ojos del Pueblo norteamericano, que igualmente ha sido engañado con los cuentos de caminos, de “la democracia, la justicia, la libertad, el terrorismo, la seguridad nacional, la guerra preventiva, la potencia mundial” y otras comiquitas más.
Cuando el burrillo de Rosalito nos endilga el calificativo de “parásitos”, en realidad nos está diciendo los mismos cuentos de caminos de los forjadores de esa dictadura mundial que es el imperio Yankee desde el Destino Manifiesto de 1845 hasta nuestros días de la guerra de invasión en contra del Pueblo iraquí, de los cuentos del Uranio iraní, de la previsión en contra de toda nación que intente hacer algo para defenderse de su práctica delictiva por apoderarse a trocha y mocha de las riquezas del mundo y por ende de su voluntad política. En síntesis es la misma rebuznada.
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