A muy pocos días para la culminación de la justa electoral me parece oportuno contrastar en rápida ojeada las características de las campañas de los dos principales contendientes. Indistintamente de que mis palabras obedecen a posición tomada, sin imposibles pretensiones de objetividad, cuento con la contundencia de los hechos para evidenciar su justeza.
Los hechos indican, en primer término, que la campaña del presidente-candidato no puede basarse en el discurso, pese a que ello constituiría una ventaja descomunal suya frente a la cortedad expresiva del otro. Y es ésta la razón de bulto por la cual resulta improcedente el supuesto “reto” para un debate televisivo, supuesto porque parte de la seguridad de la no aceptación del contendor.
La campaña del candidato Chávez se basa, y no puede ser de otra manera, en la obra del presidente. Mil palabras, diez mil, cien mil, no pueden alcanzar el efecto de una misión social, de la batalla triunfal sobre el analfabetismo, de centenares de miles de niños, niñas, jóvenes y personas mayores vueltos a la escolaridad luego que el sistema educativo regular los había excluido, de millones de pauperizados habitantes recibiendo por vez primera la atención de un médico y participando en la construcción de un sistema de salud a su servicio, de un pueblo en su mayoría determinante protagonizando su propia historia, convirtiendo progresivamente en fuerza material la ley de leyes que lo llama a constituirse en poder, reincorporando a la Fuerza Armada en su seno como en los días originarios de la patria, rescatando su autoestima, dignidad, soberanía, derecho a la participación democrática y manejo del recurso petrolero que le habían arrebatado, alcanzando cotas cada vez mayores de organización y conciencia para avanzar hacia la solución de la infinitud de problemas con que el sistema histórico de explotación semifeudal y capitalista marcó su devenir. De aquí proviene, inconmovible, la relación de amor surgida entre el pueblo reencontrado consigo mismo y el líder que le restableció la esperanza. Y esos hechos, y no discurso alguno, son la verdad.
En contraste, la campaña del llamado “candidato de unidad” no puede basarse sino en la mentira. Negar todo, tratar de ensombrecer la realidad, ¿qué otra cosa le queda? Ya mencioné la farsa del “reto”, veamos ahora otras de sus perlas: dice que él “se ocupará de los pobres” --a quienes llama parásitos, para contribuir al humanístico vocabulario de sus padrinos mediáticos y de las encumbradas damas que lo apoyan: chusma, tierrúos, desdentados, turba, patas en el suelo, etc.--, cuando los pobres son el centro y los protagonistas de la acción del gobierno revolucionario; que él “no regalará el petróleo”, cuando, por una parte, y él lo sabe, el gobierno ofrece a los países hermanos facilidades, no regalos, para la adquisición de hidrocarburos, por deber de solidaridad y para ayudar a fortalecer el continente en pro del rescate de su soberanía, mandato bolivariano, y por otra parte, quienes regalaron el petróleo a las transnacionales fueron aquellos que están detrás de su candidatura y buscan a como dé lugar dar al traste con el gobierno revolucionario para volver a ponerle las manos a los campos productores: miles y miles de millones de dólares se regalaron, se robaron, despojando a la gran mayoría, riqueza que hoy se invierte para el pueblo y con el pueblo, porque es éste su dueño soberano; que el gobierno “no ha hecho nada”, cuando todos somos testigos, y la mayoría protagonistas, de la inmensa obra que viene transformando radicalmente nuestra sociedad en los ámbitos políticos, sociales, culturales, económicos, territoriales, militares, de infraestructura y de relaciones internacionales; que Chávez es inculto, cuando pocos jefes de gobierno en el mundo leen, estudian, se informan y se forman como él, cuando ellos apoyaron a algunos cuantos descerebrados que fungieron de presidentes o de candidatos y cuando el titular de su candidatura hoy es un horno a quien no se le pueden pedir peras. Etcétera.
La mentira es consustancial con el fascismo. La verdad es la esencia de la revolución.
freddyjmelo@yahoo.es