El descaro de la extrema derecha no tiene límites. Actúan con una desfachatez total, sin mesura alguna. Principalmente el rancio sifrinaje mantuano proveniente de las filas de Voluntad Popular y Primero Justicia. Son hordas de extrema derecha. No tienen vergüenza, moral o ética alguna. Su insensata obsesión por asaltar el poder político les ha llevado hasta los más fétidos y profundos albañales que se haya visto en la escena política venezolana.
Su único plan de vida es tomar por la fuerza la silla de Miraflores. Su sentido de la oportunidad (antes lo llamaban olfato político) los hace retratarse (en modo selfie) indiferentemente con los halcones más asesinos y sanguinarios del Pentágono, con narcopresidentes, con corruptos, rateros, asesinos y cuanta ave rapiñera se atreve apoyar su deschavetada causa golpista.
El "equipo" de gobierno de Guaidó está íntegramente conformado por rufianes y timadores profesionales. La mayoría son avariciosos yuppies banqueros. Puros rateros de cuello blanco. Una estructura delincuencial que en solo nueve meses (usurpando el poder, únicamente con la venia del Tío Sam), ha logrado saquear cuanta lonchera, caja chica o chequera esté a su alcance. La voracidad de esta gente es insaciable. Por eso le metieron de primero el diente a la yugular que representan empresas como CITGO y Monómeros Colombo Venezolanos S.A. Lo demás, donde no hay petróleo, oro o dólares, no les interesa ya que no les sirve para su plan de saqueo y rebatiña. A sus mismísimos financistas les han choreado toda la "logística", la cual ha caído en un enorme bolsillo sin fondo, bajo la responsabilidad de hampones como Guaidó, Ledezma o Borges.
La actuación inescrupulosa de esta gente tiene que pasarle factura. Las mafias que apoyan a la extrema derecha no trabajan gratis. Cobrarán y exigirán lo suyo. Guaidó hipotecó todo el petróleo con los gringos. A otros les privatizará y les regalará a cero costos las restantes empresas del Estado. Eso sí, saben que deben darle rápido antes de que los atraque el Fondo Monetario Internacional (de seguro Guaidó contratará al próximo presidente desempleado, Mauricio Macri, como su asesor personal ante el FMI).
En sus obcecados desvaríos Guaidó se creyó el cuento de que es presidente. Si es así, qué sentirán las víctimas de la violencia colombiana cuando la supuesta autoridad que recibe el total espaldarazo por parte del gobierno de Duque, aparece de lo más retratado (Modo Selfie), cómoda y sonriente con peligrosísimos miembros de bandas paramilitares cuyo prontuario incluye picar a sus aterrorizados objetivos con motosierras. Este no es un error cualquiera. Es un error garrafal que define un consuetudinario patrón de conducta que permite que el usurpador y golpista de Guaidó, se retrate con cuanto criminal, hampón y malhechor aparezca en el horizonte planetario.
Qué pasará por la mente de los más fervientes e incrédulos opositores cuando ven a su afanoso "líder" flanqueado por los más altos criminales de la frontera con Colombia. Se imaginarán con estupor, de qué calaña será el resto de las fotos que componen el álbum "familiar" de Guaidó. Que pavorosos recuerdos aún estarán escondidos aguardando por su próxima filtración. Esto parece una telenovela.
No es juego. Desde enero (nueve largos meses), Guaidó y su "equipo" nos han brindado los más variopintos capítulos llenos de soeces sucesos. Puras tragicomedias que han puesto al descubierto las inmorales acciones del patiquín que la derecha pretende imponer en la presidencia. Historias bizarras propias de la crónica policial o de los oscuros pasajes de "El Príncipe" de Maquiavelo: "son precisamente los príncipes que han hecho menos caso de la fe jurada, envuelto a los demás con su astucia y reído de los que han confiado en su lealtad". Así es Guaidó, por delante siempre con sus mentiras, sus falacias y espejismos. Todo cargado de un rastrero talante político, sin preceptos morales. Ha engañado a los incautos seguidores de la extrema derecha con pajaritos preñados y cuentos de hadas.
En el álbum de fotos de Guaidó están para la historia todos los selfies que retratan su colección de errores y disparates. La suma de traspiés acumulados en estos nefastos meses ya puede alcanzar un nuevo Récord Guinness. Al robo de las empresas del Estado y el bloqueo financiero y comercial contra el país, se le suman el robo de la ayuda humanitaria y todos los desmanes ocurridos en Cúcuta (desertores abandonados, diputados "envenenados", dólares "esfumados", etc.); o el nombramiento de embajadores y funcionarios inocuos, despachando por el mundo en modo Gasparín (sin legalidad o pertinencia alguna).
Pero donde alcanzó un imbatible record mundial es en el estrepitoso fracaso de su malicioso plan para asaltar el poder político por vías no democráticas (lo llamaban "Cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres"). Ya nadie se acuerda de este pavoso eslogan de campaña. Ni el propio Guaidó, que mira ojeroso cómo el almanaque lo lleva a su penoso fin. Las fotos selfie de enero ya se han puesto tristes (modo vintage) de tanto esperar. La derecha pavosa solo sirve para sumar fracasos.