Una vez más, el diputado en desacato y autoproclamado, da lástima. Convocó, con bombos y platillos, a la oposición para una marcha sin regreso. “Tomaremos la calle el 16-N para no volver hasta que el usurpador se vaya… Le enseñaremos al dictador de qué estamos hechos. Unidos somos invencibles, y Miraflores lo tenemos a la vuelta de la esquina… Calle sin retorno. La lealtad de las fuerzas es el único factor que nos falta por construir ¿?... Por allí andan paseando, como carrozas de carnaval, unas unidades anti motín. Son carrozas de papel, y no nos harán arrodillar”.
No hay duda que estamos en presencia de un hombre de una mentalidad muy pobre. Es mentiroso y miedoso, a la vez. Pero uno de sus mayores atributos es el ser mediocre. Tienen razón algunos opositores en decir que este señor no es más que un fraude. Nunca ha podido cumplir sus promesas, desde que se autojuramentó como presidente interino de Venezuela.
El “grito de guerra” de algunos exiliados, compañeros del diputado en desacato, desde las redes sociales, se quedaron con el crespo hecho, pues, al señor Guidó no le quedó otra alternativa que irse con sus pelagatos a la embajada de Bolivia para apoyar al golpe contra Evo Morales. Quedó como un soberano pendejo, ante sus seguidores, y ante Almagro, Duque y demás congéneres de la derecha.