Que lástima tener un adversario político tan mediocre y mamarracho como el saliente diputado Juan Guaidó. Para el imaginario colectivo solo queda en pie su figura de triste marioneta gris, incapaz de coordinar adecuadamente ninguna de sus maltrechas articulaciones. Todo lo que toca el maléfico muñeco Guaidó lo rompe, lo destruye, lo corrompe. Ha dilapidado en dos años todo el capital político que la extrema derecha pudo acumular entre la fauna opositora.
Su último aparatoso desliz, antes de ser expulsado definitivamente del escenario político nacional, fue la quimérica "consulta popular", que tal cual como vaticinamos, fue un rotundo y estruendoso fracaso, que ha evidenciado la altísima falta de apoyo que tiene actualmente la extrema derecha. Huérfanos de resultados concretos, vagan como fantasmas improvisando disparates, sin propósito alguno y sin conexión con la realidad del país.
La llamada "consulta popular" expuso la falta de calle de las hordas neofascistas para seguir en su agenda de golpismo y sedición. El Pinocho Guaidó tuvo que tragar grueso para ver a las cámaras y mentirle a todo el planeta tartamudeando que a su facinerosa consulta asistieron trillones de humanos, de varios planetas de la Galaxia. Sus opacas cifras oficiales, entre tímidos aplausos, quedaron comprometidas de antemano por su escasa credibilidad y fiabilidad. Como jefe de los embaucadores del G4, Guaidó soltó que se atiborraron tumultuosamente en las fantasiosas urnas electorales nada menos que la estratosférica cifra de "6.466.791 votos". Un imposible más, producto de la delirante mente de este descarado charlatán.
Guaidó fue el hazmerreír de todo el planeta. La burla ante tamaña falacia no se hizo esperar. Solamente Eugenio Martínez le increpó certero que "No hay forma de justificar los números de participación que se atribuyen a la consulta. Lamentablemente si el comité organizador de la consulta popular valida una participación mayor a 3 millones de personas, será un dato político, técnicamente insostenible. Espero (por el bien del país) que no se sacan conclusiones sobre datos incorrectos". Lapidaria opinión de los expertos electorales sobre una consulta sin ningún tipo de control, verificación o auditoría alguna. Los puntos de votación estuvieron totalmente vacíos y una plataforma digital altamente vulnerable que mostró casos de usurpación de identidad, voto de fallecidos, duplicidad y exposición de la data.
La baja participación fue más que evidente. Y se explica claramente por el desencanto de los partidarios de la derecha hacia un liderazgo que se ha mostrado indolente a los problemas del país. Además la población los reconoce como los impulsores de las arbitrarias sanciones y del bloqueo comercial y financiero impuesto por sus patrones del imperio norteamericano para estrangular nuestra economía.
También les pasó factura sus reiteradas y torpes acciones de sectarismo. El exdiputado Guaidó logró dividir fatalmente a la derecha, fracturándola en mil pedazos, producto de sus cicateras ambiciones, de su codicia rapiñera y de su incapacidad genética de construir un mínimo escenario de negociación y consenso. Guaidó y su banda de malhechores deberán enfrentar ahora a la justicia, por sus crímenes en contra de la soberanía e independencia de la patria, por el robo descarado de los activos del Estado y por las fatales consecuencias del bloqueo imperial.
Para despedirse con broche de oro, el aspirante a tirano, investido con el rimbombante título de excelentísimo Duque de La Guaira (Caudillo por la gracia de Dios) aprobó en la última sesión de su parlamento incorpóreo, la "reforma de la Ley del Estatuto que rige la Transición a la democracia", otorgándose nada menos que poderes dictatoriales para ejercer la presidencia durante el brevísimo lapso de toda la eternidad. Gobernará despóticamente con el apoyo de una sobrevenida y plenipotenciaria "Comisión Delegada" que regirá los destinos de sus agraciados súbditos en toda Narnia, epicentro del gobierno imaginario del exdiputado Guaidó.
Para terminar de coronarse como el más grande y descarado estafador en la historia republicana, el holograma de su majestad Don Juan Guaidó repite sin cesar el nuevo mantra opositor: "yo soy el autócrata legítimo, yo soy el tirano mayor, el que vino raudo a esta tierra a gobernar sin elección".
Y ratifica sus alucinaciones al intentar convencer al mundo con la burda premisa de que "Al no existir parlamentarios electos para un nuevo periodo constitucional, prolongar nuestras funciones para lograr los objetivos de alcanzar elecciones presidenciales libres y justas, no puede ser otra cosa que regresar a la Constitución". Mayor barrabasada jurídica con la que pretenden nuevamente violar a su antojo y conveniencia la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Pasado el 5 de enero del 2.021 se le acabará el manto de impunidad a este peligroso criminal.
Frente a las provocaciones y afrentas de Guaidó y sus patrones del norte, se mantienen el pueblo y el Gobierno Bolivariano resistiendo gallardamente todas las agresiones. Esta firmeza nos mantiene incólumes, en resiliencia, garantizando la unidad nacional en defensa de la patria.