María Corina como la guayabera

Como era de esperarse, la única dirigente de la oposición que puso el grito en el cielo ante el nuevo escenario de diálogo entre el Gobierno Bolivariano y la extrema derecha venezolana, fue la siempre amargada María Corina Machado. Con la soberbia que la caracteriza, fiel a su estatus de aventajada mantuana, manifestó a viva voz su más contundente indignación ante tal afrenta, ejecutada sin su santísima autorización por el odioso "sector que dice representar a las fuerzas democráticas". Nuevamente quedó como la guayabera, viendo la jugada de los sectores opositores desde la banca de los excluidos y ninguneados.

Eso sí, nadie puede negar que María Corina es un personaje consecuente con sus desequilibradas peroratas. Mantiene desde sus alturas celestiales un odio visceral contra todo el que no se subordine a sus designios. Para más señas, de su virulenta boca, salieron los más rabiosos términos dirigidos a sus excompañeros de la MUD, todos cargados de la toxicidad acostumbrada. Nada de propuestas positivas. Todo es destrucción y saña en el verbo encendido de la mantuana que dirige Vente Venezuela.

Arranca sus palabras muy dolida, pues nuevamente dejaron a su facción política por fuera de la mesa de diálogo. Su torpedeo, es claro y contundente. Recomienda mantener inalterable la fracasada línea de la "máxima presión", o lo que es lo mismo, seguir en la agenda del exterminio político del adversario. Como buena representante de las logias neofascistas, anhela María Corina la desaparición total del pueblo Chavista, quizás por la vía del fusilamiento, quizás mediante cámaras de gas o tal vez mediante el lanzamiento de prisioneros desde aviones, como gustaban los inhumanos represores argentinos y chilenos en los años 70 y 80. De seguro hasta una estampita del sanguinario Augusto Pinochet debe llevar María Corina en la cartera.

A una burguesa como María Corina no le afecta para nada el bloqueo impuesto por Estados Unidos. Sus ingentes bienes están a buen resguardo en los bancos del extranjero. Por eso se opone tajantemente a cualquier acuerdo que permita acabar con las injustas "sanciones contra el Estado venezolano". Más aún cuando está demostrado que el unilateral e ilegal bloqueo financiero y comercial en contra del país, perjudica directamente a todos los venezolanos, pues imposibilita la realización de las más elementales operaciones de compra-venta de petróleo, alimentos, medicamentos o bienes de capital.

Habla claro María Corina al señalar que los agentes de Guaidó en México, reconocieron con su firma al Gobierno Bolivariano y a todas sus autoridades. Que esto no es más que la legitimación de su odiado enemigo y que de ahora en adelante esta cruel traición se traducirá en una especie de convivencia inaceptable para las fuerzas que ella representa.

Con mucho rencor señala que con este acuerdo "le han puesto la lápida al Interinato". Pero no menciona ni de casualidad, que el fracasado usurpador Juan Guaidó tiene rato herido de muerte. Que el encargo que le dieron de dirigir la transición (golpes de Estado, magnicidios e invasiones mercenarias incluidas) por la vía de la fuerza, fracasó estrepitosamente. A Guaidó y su banda de malhechores no le queda otra que sentarse a la mesa, con el rabo entre las piernas, buscando una salida honorable. Nadie olvidará (principalmente sus acreedores de la Casa Blanca) que luego de sus desastrosas actuaciones, de su derroche de millones de dólares, de "contratar" mercenarios en Miami y demás comiquitas, su infortunado "interinato" no pueda exhibir un solo logro con respecto a sus objetivos iniciales. La negociación en México es la lápida no solo de Guaidó, sino de toda la facción neofascista que apostaba por la salida violenta, incluyendo a la propia María Corina. Fracasaron. Ahora deben asumir gallardamente la derrota.

Más adelante, en su comunicado, se descubre una María Corina que sangra profusamente por la herida de la decepción y el desengaño. Su minúscula agrupación política (Vente Venezuela) jamás ha contado con el aprecio del electorado venezolano. Sus partidarios no tienen chance alguno en las próximas elecciones regionales y locales del mes de noviembre. Quizás por eso María Corina torpedea ácidamente el proceso, gimoteando nuevamente que es "una farsa electoral", en la cual se van a embarcar sus antiguos aliados. Allí sí da en el clavo, pues un amplio sector de los partidos opositores (incluyendo a los miembros del G4: Voluntad Popular, Un Nuevo Tiempo, Acción Democrática y Primero Justicia) están preparando su maquinaria para contarse electoralmente. Por fin.

Destaca el profundo desagrado que María Corina siente en contra del término "convivencia política". Desconoce que el pueblo venezolano tiene 20 años "conviviendo" y soportando a la extrema derecha venezolana que se ha especializado en la violencia neofascista, con paramilitares y mercenarios extranjeros incluidos. Ante cada Guarimba, intento de magnicidio y golpes de Estado (con todos sus lamentables muertos, heridos y destrucción de bienes públicos), el pueblo venezolano ha recibido solo bofetadas de impunidad, pues los confesos criminales, líderes de las facciones de extrema derecha, viven cómodamente protegidos al amparo de los gobiernos fascistas tutelados por Estados Unidos. La derecha está colmada de "líderes" cobardes que rehúsan reconocer sus crímenes y enfrentar a la justicia. Todos huyen para ponerse a buen resguardo en exilios dorados, financiados con el dinero robado a los propios venezolanos mediante el despojo sistemático de cuentas y empresas del Estado. Son unos inmorales.

María Corina olfatea en el horizonte su infausto futuro como única sobreviviente de la extrema derecha venezolana. Insiste en predicar que seguirá sola por el camino de la "presión interna". A pesar de que nuevamente sus socios la han "traicionado", no cambiará sus intransigentes y radicales posiciones para lograr la salida de fuerza. Con un pavoroso optimismo invita vehementemente a sus desequilibrados partidarios a "dejar de lado a quienes no nos representan". Parece un desafío para animar a su tribuna, pero fuera de cámaras, la soledad y su guayabera son sus únicas compañeras.



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Richard Canán

Sociólogo.

 @richardcanan

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