La pugna a muerte entre los perros rabiosos (y pulgosos) de Carlos Ocariz y David Uzcátegui no ha llegado a su fin. Por el contrario, ha tomado dimensiones apocalípticas que van afectando otras dimensiones más allá de la disputa por un cargo electoral en las elecciones regionales. Ambos toletes han iniciado una fratricida cacería de brujas entre antiguos inseparables aliados. Hasta ahora solo habían mostrado los dientes, ladrando con moderación, en la batalla por copar las tarjetas de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) y el recién conformado partido Fuerza Vecinal.
En el epicentro de la disputa, y las negociaciones bajo cuerda, estaban las aspiraciones personales de Ocariz y Uzcátegui a la gobernación, la joya de la corona que pretenden arrebatar a cualquier costo. Así, hemos presenciado el atajaperro del año, entre factores guiados más por la ambición de poder que por solucionar los problemas de la gente. Parece que hay una danza de intereses empujando detrás de cada candidato, por lo que ha sido imposible acuerdo alguno.
Ambos equipos de campaña andan echando espuma por la boca, blasfemando y vociferando a viva voz en contra de sus infames adversarios. En el caso de Fuerza Vecinal, señalan que vienen luchando por la vía electoral desde el año 2017, luego que la cúpula de la MUD se decantara por la vía del abstencionismo, el golpismo y la salida de fuerza. Ellos se quedaron en el país, batiéndose duro en la contienda electoral, tanto así que su minúscula base logró hacer trinchera en municipios como Chacao, Baruta, El Hatillo, Los Salias, con presencia de sus aliados en Carabobo, Nueva Esparta, Táchira y otros estados del país. Con amargura señalan que mientras ellos pateaban calle buscando votos, la alta dirigencia de la MUD disfrutaba de su exilio dorado con los millones de dólares expoliados de los activos pertenecientes a todos los venezolanos.
Desde la MUD alegan amnesia general. Y cuchillo en mano, con total prepotencia, se aparecieron a última hora (obligados por sus patronos de la Casa Blanca) atropellando al resto de los partidos y subyugando a los candidatos que, con justa aspiración, pretendían contarse en los comicios del próximo 21 de noviembre.
La cara más visible de esta facción es el odiado y repudiado Carlos Ocariz (el recordado peor alcalde del universo). Sin vergüenza alguna Ocariz señaló que él representa "una lucha colectiva, no personal o de un partido. La primera parada es tener concejales, alcaldes, diputados y gobernadores que luchen por un estado distinto", todo a pesar de que en sus manos ensangrentadas descansan las frustradas aspiraciones políticas de sus excompañeros de causa.
La matanza ha sido tan "penosa" y "compleja" para Ocariz y la alta dirigencia de la MUD que tuvieron que patear todos los acuerdos establecidos a nivel nacional. En las postrimeras del proceso de inscripción ante el Consejo Nacional Electoral, se desató una carnicería llena de traiciones, abandonos y cambios de bando que ratifican el poco talante democrático de estas facciones en pugna. Sacrificando así la alianza perfecta que necesitaban para aspirar a algún triunfo electoral. Las modificaciones empezaron rápidamente por la alcaldía del municipio Libertador (la más importante del país) y terminaron en el estado Lara, excluyendo a una gran cantidad de candidatos, y dejando el ambiente lleno de fricciones, rencores y con posturas irreconciliables que harán imposible la unidad. Desde lejos, la encarnizada batalla de estos perros rabiosos parece un circo donde cada payaso recibe un pago por mantener viva la conspiración y la división.
En medio de esta diatriba, y como parte de su juego de extorsiones, el partido neofascista Primero Justicia (en modo retaliación) sacó un rabioso comunicado donde descargan sus arrecheras en contra del exdiputado delincuente Juan Guaidó y toda la cúpula golpista de Voluntad Popular. Allí expresan su fingida "preocupación por la gestión de los activos y de las empresas de la República en el exterior", acusando además que "hicimos propuestas que no fueron tomadas en consideración y manifestamos nuestro desacuerdo con la forma de gestión de los mismos". Es decir, que luego del saqueo rapiñero de los activos de todos los venezolanos (bajo la dirección del apátrida Julio Borges) esta facción golpista se deslinda de los vergonzosos resultados de la gestión Guaidó (nada de "Buenas Prácticas").
Estos grandísimos hipócritas y rateros son capaces ahora de capturar a Juan Guaidó y entregarlo ante el Ministerio Público para que pague por sus oprobiosos delitos. "Mal paga el diablo al que bien le sirve", dice el refranero popular. Los perros rabiosos están mordiéndose la cola.