Defender a Guaidó no es fácil

Cuando la mayoría de la alta dirigencia que estuvo a su lado lo critica, comenzando por Leopoldo López, se hace bastante difícil defender a Juan Guaidó. La política venezolana que por pragmática entiende estrategias momentáneas y personales, deja de un lado el sufrimiento de una población abandonada, solamente la utiliza para aplicar un populismo degradante intentando llenar la mente de ilusiones.

El liderazgo de Guaido, puesto de relieve por el gobierno norteamericano e impulsado por los intereses de grupos políticos ha sido golpeado duramente por seguir lineamientos precisamente de esos sectores llenos de cobardía que lo lanzaron para que tomara caminos oscuros en donde otros mandaban y Guaidó aparecía como el jefe.

Quizás la mayor virtud de Guaido, fue la solidaridad con Leopoldo López, por segundos se dejaba ver como un títere del fundador de Voluntad Popular. Temeroso de ser calificado de traidor, uno supone dejaba correr las decisiones de su aparente jefe hasta que esa actitud se convirtió en una bola de nieve de grandes dimensiones que ha estado a punto de aplastarlo.

El político inteligente aprende todos los días, el astuto quizás se queda en el tiempo. El aprendizaje fue y es diario, sabía que debía moverse con mucho equilibrio frente a un hombre tan calculador como lo es Henry Ramos Allup, quien por dos ocasiones lo impulsó como candidato presidencial, sabiendo que no era el momento, tratando a la vez que se quemara metiéndolo a la candela.

Guaidó llegó a estar muy claro sobre la paciencia y doble cara de Julio Borges, quien sabiendo de sus ignorancia política se aprovechó de un programa de televisión para crear un partido político, entusiasmando un grupo de jóvenes utilizándolo como flauta encantadora que en sus principios atrajo hasta a Pedro Pablo Fernández, Hijo del excopeyano Eduardo Fernández.

En medio de esa arena movediza debía moverse Juan Guaidó, con el agravante de una Lilian Tintori, empeñada en hacerlo ver como un empleado de ella, al proyectar la imagen de ser la heredera de Leopoldo López. Me atrevo apostar quela gran manipuladora de Monómeros era la propia esposa de Leopoldo, que como ama de casa creyó también ser la dueña de los bienes del interinato.

Parece mentira pero hubo un tiempo en donde dirigentes políticos de oposición se preocupaban más en liquidar a Guaidó que sacar a maduro de Miraflores. Y eso es típico en los dirigentes cómodos, dejar que otros trabajen esperando que se desgasten para ellos posteriormente aprovecharse de la labor realizada, hoy con Guaido muchos pretenden aprovecharse de sus logros, después que lo sabotearon.

El gobierno facilitó ese enfrentamiento, lo acusaban sin detenerlo, no lo presaron, les convenía dejarlo en circulación para que los enemigos internos se desesperaran por destruirlo políticamente. Cada vez que Diosdado lo mencionaba en su programa de televisión, lo entendían como una publicidad para el expresidente de La Asamblea Nacional.

Todo esto ha servido para que Guaidó madure políticamente. Jugará un papel muy importante después del 21 de noviembre, frente a un gobierno nervioso por el revocatorio y asustado por las investigaciones de la Corte Penal Internacional, aparte de un Capriles olvidadizo tanto de su cobardía como candidato presidencial como del rollo con la empresa brasilera. Imposible que Capriles se crea el guía orientador de los venezolanos mucho menos el dueño de la verdad.



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Claudio Schiveci

Exdirigente juvenil en el Liceo Cajigal de Barcelona, Cofundador de la revista Horizonte, redactor de la revista cultural Candilejas. Columnista en los diarios El Metropolitano, La Nueva Prensa de Oriente y Diario Impacto en Anzoátegui.

 claudioschiveci@gmail.com

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