Todas las acciones del oposicionismo en Venezuela, siempre tienen ese toque de misterio e intriga de una “voz” que emite directrices y manda a ejecutar estrategias.
Si la plasta de la crema oposicionista está reunida para tomar cualquier decisión importante, siempre hay un “chivo” que espera atento a que suene su celular, para que el “master” (MAESTRO), les indique en que palo ahorcarse.
Primero fue cuando estaban deshojando la margarita a ver si iban o no a las elecciones de la Asamblea Nacional, el master fue implacable y ordenó una incomprensible abstención, lo cual trajo una AN, roja rojita. Así fue cuando perdieron el Revocatorio y Chávez quedó triunfante, la voz del “master” repicó para pedirles que no había fraude que valiera y se quedaran tranquilos. Luego en el revolcón electoral del pasado 3 de diciembre, la implacable voz del maestro repico sobre Maracaibo, para pedirle a los rosalistas, que reconocieran su derrota.
En estos días el maestro ha estado muy activo y su cavernosa voz ha dirigido manifestaciones de estudiantes, indicado consignas e implantado líneas estratégicas. Incluso en el triste episodio de los estudiantes que pidieron ir a la Asamblea Nacional, para que “el país los escuchara” a ultima hora, en forma temeraria e incomprensible, la voz del maestro revoloteó en uno de los celulares de los muchachos presentes en el hemiciclo, les ordenó quitarse las franelas rojas para quedar en blanco y retirarse del debate, que apenas tomaba calor, pero ni modo, había hablado el “maestro”, ese especie de gran gurú de la política oposicionista que conduce con hilos invisibles todo el devenir de “la otra acera”.
La cosa que llamaba la atención de algunos figurones del anti chavismo es que todas estas ordenes siempre llevaban a una especie de callejón sin salida, debilitando y disminuyendo a la Oposición, asunto que trajo como consecuencia una revolución dentro de la contra revolución.
Sectores extremis del anti socialismo, se empezaron a arrechar por tantos desvaríos y sobre todo porque cada día “los planes” para salir del de la verruga, caían en saco roto. Nada funcionaba:ni fraude, ni ataques al CNE, ni amparos, ni Súmate, ni Rosales, ni Rosalio o Porras, ni la CIA y sus revoluciones de colores pacíficos, ni na´, todo en vano, el de Sabaneta seguía campante y el canal de Bárcenas parecía cerrado para siempre.
Esta situación trajo como consecuencia una reunión magna de altísimo secreto, en un lugar que no quiero acordarme y al filo de la media noche. En el recinto olía a azufre, ante las intervenciones sulfurosas de los comprometidos en donde lo más inocente era el magnicidio. Estaban presentes el abuelo Monster, Cabeza de Motor, Maicena Americana, Ganaderos y Empresarios Unidos en el Desabastecimiento, los ex escoltas de Carmona y por Internet: la Poleo, la CIA, Condolessa, la Albert Einstien Institutión, los del puño cerrado y en fin todo un aquelarre, especie de misa negra de la derecha vernácula e Imperialista. Todos cuestionaban las directrices infortunadas del “master” e incluso le reclamaban su cobardía por no dar la cara y tratar de dirigirlos a través de celulares, estaban hartos de tanto misterio y pedían la cabeza del maestro ya!. Fue nombrada una comisión presidida por Cabeza de Motor y secundada por antiguos torturadores de la Digepol y un representante de Posada Carriles, para localizar la madriguera del “master” y cometer un maestrocidio. Fueron siguiendo las débiles pistas que poseían y tras pesquisas muy arduas llegaron a un desolado lugar en el estado Vargas, allí en un caserón oscuro, muy cerca de la playa, se escuchaba el bramar de una tormenta marina que azotaba la comarca.
Faltaba un cuarto para la una de la madrugada y el grupo de los conjurados sitiaba la entrada principal de la siniestra morada.
Aullaba el viento salitroso en los recovecos y los cujies gemían un desolado coro. No parecía haber vida en esta especie de fortaleza y los asediantes tumbaron la puerta a patadas, para luego correr con armas en mano hacia el interior. Frente a ellos una curvada escalera, tapizada con una raída alfombra roja, por ella subieron en tropel para entrar a un amplio salón en cuyo fondo se veía una figura inclinada sobre un computador en una gran mesa de madera oscura.
La figura no se inmutó y los recién llegados gritaron al unísono: MASTER!.
El maestro se volvió hacia ellos con gran calma y un grito de espanto se escapó de sus gargantas, al mismo tiempo que aparecían de las sombras unos 50 hombres armados de kalashnikof en posición de disparo.
Todo había terminado y los intrusos oposicionistas fueron desarmados y apresados.
En cada rostro de ellos se veía pintado el horror y la incredulidad: el GRAN MAESTRO, que los guiaba desde hace 8 años, no era otro que HUGO CHAVEZ FRIAS.
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