Nitu Pérez Osuna y el Chocorocoi que lleva por dentro

Se me ha dicho que el Chocorocoi es un travieso pajarillo de muy desordenada costumbre a la hora de conjugar e idear el nido de su hogar. Irreverente a las convencionales formas sobre armonía y estilo, es prácticamente un plumífero digno representante y amante de su propia imagen de la funcionalidad. En él no hay ningún valor tolerable fuera del aparente caos de los no menos excéntricos hábitos de su ingenioso obrar. El reflejo de su costumbre pareciera la proyección de su enfado y la vertiginosa manera de utilizar elementos poco compatibles en su conjugar, pareciera verdaderamente un guerrero vikingo con toda la arrogancia machista decorando un tierno ramo de flores en el día de San Valentín.

Si se me precisara encontrarle un animal totémico a la siempre exasperada Nitu Pérez Osuna por lo menos aconsejaría revidar el ADN de ambos. Sin duda la invalorable información por lo menos aclararía, por ejemplo, el por qué esta agraciada mujer se empeña en hacer de su programa un coctel de mamón con zapote.

Me parece comprensible y aceptable que el sudado rencor que le profesa a Chávez le mantenga en un estado de rigor mortis avanzado a su pensar, pero esto que actúe como un toro en faena todo el tiempo, hasta un in profeso chavista como yo se preocupa. Presentarnos a Nixon Moreno como un cándido y mitológico Cupido con todo y en cueritos enseñando las alitas y la flechita colgando inocentemente, hasta los curas que lo mantienen escondido les terminaría resultando más sacrílego y profano que cuando éste, por las noches y a hurtadillas, les roba el vinito de la sacristía. Créaseme que ciertamente hasta pongo en dudas que las supuestas erráticas tipologías de la criminalidad se hayan podido pelar con este nuevo ULAdo Harry Potter libidinoso.

Esta señora que ha razón de su pastosa fijación con el Presidente, y en el desesperado esmero por retocar la imagen y personalidad de sus invitados para que sean convincentes –al menos en su programa-, últimamente ha descuidado ocultar de manera “mágica” los años. En su programa nos tiene acostumbrados a no sólo manipular la realidad de lo que diariamente vivimos, sino que desvergonzadamente incluso transgrede la propia personalidad e imagen de sus invitados, a fin de de que representen el sainete por ella previamente coreografiado. Con el rebuscado postín de ecuanimidad e inteligencia nos pretende seducir en el aroma “aristocrático” y en la idea que sus invitados son precisamente como los representa y no por lo que verdaderamente son y se les conoce.

De manera oportuna y jocosa me viene a la memoria aquella histórica y patética entrevista que le realizó al no menos célebre y superalimentado Rosendo. Ese que pretendió la estampa y la hidalguía de Pattón en sus mejores momentos, cuando se le ocurrió aparecer y dirigir un desfile militar desde una tanqueta que escandalosamente y a pesar de la vaselina evidentemente no era de su talla. Abultada locura que pasó a la posteridad en la pluma de una periodista de apellido Socorro, la cual gráficamente la recreo como un chorizo enterrado en un tubo de ensayo. Ahora bien, se hubiera visto cual cantidad de deferentes y cálidos cumplidos dispenso esta señora, Nitus Pérez Osuna, en su programa a este señor, por un momento me pareció que de manera involuntaria y disimulada le guiño el ojo. Por lo rimbombante de lo expuesto no habría habido lugar en su pecho ni en su terráqueo abdomen para haberle colgado las medallas a la valentía por los hechos del 11 de abril cuando partió la aguja y dejó la ralla amarilla por todo el “Ávila”.

waldo.munizaga@corpomaracaibo.net


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Waldo Munizaga.


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