“P´al Vaticano me “voy” dijeron los obispos criollos. Parodiando la canción “Pá Maracaibo me voy” la cúpula o cogollo eclesiástico atornillado en la inefable Conferencia Episcopal Venezolana, cansados de confesar y perdonar las torpezas que en Maracaibo y en cualquier parte declara su panita Manuelito Rosales, van a confesar sus propias cuitas oposicionistas al Vaticano acusando al Presidente Hugo Chávez de “insultarlos”. No es suficiente el rosario de apariciones de esos monseñores de espaldas a su pueblo humilde, metiéndose una y otra vez en el campo político activo y guarimbero, descalificando al jefe del estado asistiendo ensotanados a programas de Globo-terror-agitación-conspiración y desinformación-visión. Hablan como políticos y se esconden tras el prestigio perdido de la institución que dicen representar, sin admitir que el desprestigio de la iglesia en Venezuela es por culpa de engreídas y odiosas figuras de esos jefes, arrimados a los todopoderosos.
En este mar de contradicciones de quienes antes detestaban la Constitución de 1999 y votaron en su contra, pero ahora la aman y dicen salir a “defenderla”, vivimos un clima de guarimbas lácteas, panificadoras, aceiteras, azucareras y pare de contar, aplicándonos la estrategia de esconder y encarecer productos de primera necesidad utilizando a la prensa para echarle la culpa al gobierno por no conceder los aumentos solicitados y no dejarlos cobrar lo que les venga en gana, o responsabilizando a Chávez si les permiten algunos incrementos solicitados en los precios de productos de la cesta básica. Resulta comprensible que a pequeñas panaderías se les haga cuesta arriba cumplir cabalmente con las obligaciones de luz, agua, gas, azúcar, harina, pago de sueldos, seguro social, impuestos, etc, etc, pero eso de pedir 60 % de aumento para el pan, sólo puede ser a mi entender una estratagema destinada a que el gobierno pisara una auténtica “concha de mango aderezada con pan”. Porque si cualquier administración electa por mayoría popular decide permitir un aumento al pan de 60 bolívares por cada 100 de la compra diaria, al día siguiente la población le echa la culpa y le monta un “caracazo” o “sacudón”, situación que de ocurrir le daría satisfacción a algunos pésimos empresarios disociados, unidos a los comandantes de la guerrilla ensotanada (como el cura Luis Ugalde que anda llamando a la insurrección y la desobediencia el día “D”, es decir, al día siguiente que el pueblo apruebe en Diciembre próximo las reformas a la Constitución). A ellos se unirían desestabilizadores bocones como ciertos empresarios de maletín y dueños de medios locos sin remedio, que ordenan dar cobertura a las ideas desesperadas del dúo integrado por A. Ledezma y Oscar P.
Para colmo de ridiculeces televisadas, radiadas y reporteadas profusamente, la última pepsi-coca tamaño familiar de la oposición bullera, puso la cómica cuando disfrazado con una franela en la que llevaba a su odiado Che Guevara y le dibujaron en la boina del Che el logotipo de Globovisión, recibió el repudio propio que merecen los provocadores, poniendo la guinda luego intentando darle más dramatismo al decir que le habían “fracturado el tabique nasal”, sin explicar por qué no se le inflamó ni un musculito de su cara de permanente niño consentido y asustado, ¿qué se inyectó o tomó para lograr dar un mini-mitin frente a las cámaras de TV con una curita en la nariz?, ¿Cómo pudo respirar normalmente, gritar y caletrearse el discurso de costumbre contra el rrrrégimen… fresco cual lechuga?, ¿por qué no acudió a la medicatura forense como es la exigencia legal para denunciar agresiones?.
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