Hay un asunto que me ha estado revoloteando en la cabeza desde hace algún tiempo. Es un asunto muy delicado debido a que tiene que ver con nuestros niños. Quisiera abordarlo sin parecer una mamá de esas que se la pasan diciéndole a las demás como deben criar a sus hijos. Pero considero que este tema es tan importante que si terminara pareciendo una mamá metiche, pues será que lo soy.
Yo fui una niña que creció en una familia de clase media alta en la década de los setenta. Nosotros, los niños de mi generación, crecimos dentro de unas burbujas que nuestros padres construyeron para que fuéramos niños felices dentro de nuestro mundo de casas amuralladas con jardines llenos de flores, juguetes y columpios, donde lo había espacio para la realidad y esas cosas feas.
Si lo hacían por nuestro bien o por el suyo propio no es algo que yo pueda juzgar, pero la mayoría de los niños que vivieron una vida solo para socios, se convirtieron en padres y madres que hoy no son capaces de comprender lo que está pasando en nuestro país.
De repente, ya rayando los cuarenta, con dos o tres hijos a cuestas, una carrera ‘’exitosa’’, un futuro amurallado, ahora con rejas electrificadas, así de cómodos estaban cuando descubrieron que había otra gente, mucha gente, con quienes tenían que compartir el país que creían que de ellos solitos.
Los niños malcriados crecen y se convierten en adultos ídem.
Estos niños de ayer están criando niños hoy. Pequeños que, al contrario que sus padres, no viven en burbujas de florecitas y cositas lindas, las de ellos además ser ajenas a la realidad, están saturadas del odio que se destila en sus casas contra todo lo que les huela a pueblo.
Niños de ocho años que dibujan en el colegio a Chávez con cachos de diablo, tirado en suelo, bañado en sangre… no un solo niño, no, muchos lo hacen cada día en el salón de mi hija, incluso como ilustración de la tarjeta del día de la madre. ¿Qué siente una mamá que recibe una tarjeta así de violenta?
Conozco casos de niños que han tenido que ser tratados por psicólogos porque sufrían crisis nerviosas con solo ver a Chávez en la televisión. Mis vecinitos saltan como resortes ante la simple mención de mi apellido diciendo automáticamente: Chávez es malo.
‘’Los pobres son cochinos’’
‘’Carola, ¿tu eres pobre? Porque si eres chavista eres pobre’’
‘’Querido Santa Claus: tráeme muchos juguetes y que se vaya Chávez’’.
‘’Mis primos viven en Miami, que suerte tienen’’
‘’Los pobres son malos’’
‘’Los pobres son feos’’
Son alguna de las cosas que he escuchado de las boquitas de mis amiguitos.
Y yo me pregunto: Si de sus padres que, como dije, crecieron en la más absoluta apatía ha aflorado este odio feroz del cual somos blanco quienes no pensamos como ellos, ¿Que va a ser de estos niños?
Solo hay que escuchar el discurso de Yon Goicoechea, ver las caras de sus amiguitos manos blancas recién salidos del cascarón, para tener un adelanto light de lo que será, lamentablemente, la generación del odio.
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