Politiporrazos

Odio ¡Oh Dios!

Ver en televisión  un judoka venezolano enfrentarse con alma corazón y vida a un gigantesco coreano en las olimpíadas de Beijing, mirar aquel asiático de colosal corpulencia combatir al nuestro casi con sólo una mano, asombrado en apreciar aquella diferencia entre mi paisano y su oponente, me hizo reflexionar sobre la torpeza mental, especie de traición a su patria en la que incurren ciertos badulaques de influencia en la opinión pública, como el desangelado editor de un diario de circulación “nazi-onal”, integrante de la banda de conspiradores del movimiento politiquero 2-D, que parece no tener ni dos dedos de frente…, un mandadero de Washington que aprovechándose de la influencia mediática ha sembrado en el colectivo desprevenido una matriz de desprecio salvaje contra nuestros atletas olímpicos, quizá porque entre ellos (el movimiento 2 D) hay mucho deportista frustrado, envidiosos y amargados porque el gobierno bolivariano destina dinero de las ganancias petroleras al desarrollo nacional e internacional de nuestros deportistas.

Ese candidato presidencial frustrado que infortunadamente lleva el nombre del Arcángel Miguel, prefiere resaltar derrotas antes que cualquier logro, presagiando reveses para evitar informar alcances deportivos o de cualquier otro aspecto, para negarle al gobierno los éxitos directos o indirectos de la actual administración, que tiene origen en el mandato popular al cual pertenecen mayoritariamente nuestros deportistas provenientes de las clases de menores recursos, donde antes no se incrementó el deporte como ocurre actualmente, sino que se aprovechaban de cualquier ocasional extraordinario deportista, para organizarle viajes de turismo a delegaciones que iban a “representar” entre comillas a Venezuela, viajando en proporción de tres a cuatro dirigentes por cada atleta, abandonando al deportista a la peor condición de alojamiento y logística, como si fuesen más importantes los adecopeyanos “dirigentes” que el atleta encargado de representarnos. Hoy, cuando alcanzamos en forma gallarda duplicar y algo mas el número de nuestros representantes en la cita cuatrienal mundial de quienes compiten porque tienen las mejores marcas exigidas en cada especialidad en todo el planeta, resultan nada ejemplares quienes practiquen tal “hipocritocracia desinformativa”, especialmente considerando que hasta 1999 nos mantenían engañados viviendo “en la luna”, con relación -no sólo al mundo del deporte-. sino en cuanto a nuestros derechos ciudadanos, permitiendo y alentando con su actitud vasalla el despojo de nuestras ganancias petroleras, despreciaban la educación popular a punto que llegamos a tener el mismo nivel de atrasados países del continente africano, desatendían la salud  incapaces de descender la mortalidad infantil, materna, o la mortalidad de toda la población. Anhelaban privatizar la educación, el petróleo, los servicios básicos, etc. irrespetando la Constitución que, como carta magna ni siquiera conocían, la despreciaron cuando se le consultó al pueblo para llamarla bolivariana contentiva de justas reformas, aunque ahora la adoran, la citan y la cargan en sus bolsillos.

Estaban orgullosos de entregarnos a las grandes potencias y sus compañías transnacionales explotadoras, en especial siendo jala mecates sumisos del imperialismo, procurando no disgustar a Washington, a tiempo que actuando como excelentes cobardes se sentían complacidos porque amamantábamos de leche negra, es decir petróleo, a una feroz clase nazi-fascista internacional del capitalismo salvaje, empeñada en dominar al mundo como un “gendarme necesario”. Doy reconocimiento y el de la Venezuela consciente, cristiana y mayoritaria, a quienes lo ponen todo en Beijing enfrentando a los mejores del mundo, considerando que esas ciudadanas y ciudadanos, nobles compatriotas nacidos en la misma tierra que sus detractores, superan moralmente a los antipatria de la desestabilización, la nueva conspiración y la desinformación, manipulando de manera sinvergüenza la salud mental de la población. A los que nunca supieron y aún no saben lavar sus conciencias y ni siquiera prestan la batea a quienes quieran mejorar, les digo, ¡¡¡Oh Dios¡¡¡ por su siembra de odio perdónalos porque ellos sí saben lo que hacen y en su miserable ego son más del diablo que de ti. Perdónalos ¡¡¡oh Señor!!! misericordioso y perdona también a los monseñores de la Conferencia Episcopal dizque venezolana…, quienes ni siquiera bendijeron a nuestra delegación a los juegos olímpicos, como si lo hicieron otros representantes de la iglesia católica en numerosos países.

luissanchezibarra@hotmail.com



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Luis Sánchez Ibarra


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