Las agresiones
a Gonzalo Gómez de APORREA y a Guillermo Torin de ANTV, ejecutadas
en zonas populares tradicionalmente bolivarianas, demuestran la táctica
opositora de reunir fuerzas en tiempo y espacio para agredir con superioridad
numérica a chavistas aislados. Se trata de acciones de provocación
que buscan dos posibles resultados: 1) Si pueden hacerlo impunemente,
dar la sensación de fuerza y envalentonar a sus partidarios minoritarios
en las barriadas populares y 2) Si reciben respuesta violenta, crear
el ambiente de odio y violencia necesario para deslegitimar al gobierno
y justificar el golpismo y la intervención. En ambos casos ganan, a
menos que el ejecutivo entienda la importancia de una respuesta legal
rápida y ejemplar, identifique a los autores y los someta a la justicia
ordinaria.
¿Quién
podrá ayudarnos?
Puede ser
que Chávez en su infinita bondad quiera ser, además, Mahatma Gandhi
y mientras llega la hora de desenvainar la espada se lave las manos
y evada este brote y brete de violencia escuálida, parafraseando a
Cipriano Castro con su “no cobro andino ni pago caraqueño”. Quizás
amparado en la división de poderes el gobierno no haga gran cosa, como
generalmente ocurre con nuestro podrido e infiltrado sistema judicial:
en Venezuela sale más barato derrocar al gobierno, destituir las instituciones
e instaurar una dictadura que robarse un carro. Asesinar campesinos
está permitido por la impunidad oficializada. Vivimos una revolución
pacífica en la cual no creen los violentos. A quienes solo retiene
el miedo, que ya están perdiendo.
La otra
mejilla ¡uuupa cachete!
Los bolivarianos
podrían responder con acciones pacíficas pero contundentes, para los
cuales el PSUV y los Consejos Comunales son instrumentos perfectos.
Por ejemplo, si los agresores de los casos citados son, efectivamente,
partidarios de Leopoldo López y Primero Justicia, se podría convocar
una vigilia permanente alrededor de la Alcaldía de Chacao o el Ministerio
Público, paralizando su funcionamiento hasta que el ejecutivo tome
cartas en el asunto. Lo que sea, menos dejar pasar impunes las agresiones
que, de paso en este caso, fueron contra comunicadores sociales.
Contra
“revolución de colores” guerra ídem
La otra
es asumir que estas agresiones son, como los escritos y declaraciones
de Rocío San Miguel, la dama de la laguna verde, incitaciones al golpe
y la guerra civil. Los golpistas saben que los gobernantes progresistas
de todo tipo, desde Perón a Chávez pasando por Allende, a la hora
de las chiquitas evitan manchar con sangre su memoria, y prefieren entregar
el poder antes que armar al pueblo y aceptar el reto. Muy bonito, pero
priva a los pueblos de una muerte honorable en combate y los libra desarmados
en manos de la derecha que los masacra sin resistencia.
Las “revoluciones
de colores” que monta la CIA como parte de sus escenarios de conflicto
“no violento”, juegan con la legalidad su subversión de manos blancas,
una no-violencia provocadora para debilitar electoralmente a los gobiernos
y tomar el poder. Luego reprimen con saña las organizaciones sociales
y los partidos de izquierda. Contra esas “revoluciones de colores”
tenemos nuestra experiencia de la “guerra de los colores” que aniquiló
físicamente a la clase dominante colonial (y destruyó el país) al
punto que el poder de clase en Venezuela nunca pudo recuperarse totalmente
de la hecatombe. No me cansaré de repetirlo, no habrá post-chavismo
indoloro, este pueblo ha echado a andar y nada podrá detenerlo.
Una consideración
personal
Yo que ando
muy desprevenido por estas calles sin desearle mal a nadie, convencido
por Chávez de la posibilidad del milagro en la historia, puedo ser
blanco de una de estas agresiones. “Si me matan y me muero”, como
diría nuestro filósofo del Zulia, no me darán oportunidad de susurrar
unas últimas palabras, por lo que de una vez lo digo:
Camaradas, se los pide este tierno hombre de mar, amante de la vida y la armonía, tan imperfecto en su mansedumbre que dice con el viejo Marx “Sólo la violencia acabará con la brutalidad de los hombres” (no confundir con “hay que exterminar a los violentos”): nunca olviden que los amos no perdonan y nuestros nombres están grabados en su libro del odio y la venganza. A estos diez años de libertad responden exigiendo diez años de dictadura (Carlos Andrés Pérez) para “arrancar al chavismo de raíz” y borrar de la memoria nuestras primeras conquistas y esperanzas. Este país no lo levantó el dinero sino el trabajo y el sudor, debemos conservarlo para los que vienen, pero si nos obligan podemos destruirlo y construir otro nuevo. No volverán, si vuelven no pasarán, y si pasan morirán, porque esta revolución ha probado lo que siempre intuimos: los venezolanos no nacimos para ser esclavos.