La Iglesia Católica y la “juventud cruceñista” de Venezuela

Cuando ayudo a los pobres me dicen santo, pero cuando pregunto por qué hay pobres me dicen comunista (Obispo Elder Cámara)

Más que un látigo le haría falta a Jesús para expulsar de los templos a los hipócritas que en su nombre, defienden una supuesta “libertad”, que no es más que la continuación de los abusos de los poderosos frente a los débiles. Pero tal posición de la Iglesia Católica es comprensible. No debe extrañarnos, porque es coherente con las creencias que ella sembró durante la expansión de su poder en la Edad Media, y con la ideología capitalista con la cual han comulgado históricamente sus jerarcas, en épocas más recientes. ¿O es que acaso El Vaticano pudo haber acumulado tantas riquezas en un escenario distinto al oscurantismo medieval y al posterior saqueo de América por Europa? ¿O es que el catolicismo pudo haberse propagado sin el apoyo y la complicidad de reyes, por más asesinos que éstos fueran?

Como cualquier pecado podía y puede borrarse con divisas, los ingresos materiales para la gerencia eclesiástica nunca han faltado, y la conexión entre la cúpula católica y las clases dominantes siempre ha sido conveniente para unos y otros. Por eso no es casual que el tirano fratricida y anticomunista español, Francisco Franco, haya sido bautizado como “caudillo por la gracia de Dios”, y que ultraderechistas conspicuos como Aznar o Pinochet hayan mantenido relaciones simbióticas con el clero. En consecuencia, las raíces conservadoras del catolicismo son fácilmente entendibles, más aún si se considera que siendo su fundador también humano, no podía saber el destino de su creación después de dejarla en manos de Pedro.

En Venezuela la franquicia local de la “juventud cruceñista”, dirigida por Goicochea y otros representantes de la derecha, se nutre de la misma fuente conservadora, ya que la mayoría de sus integrantes son estudiantes de las clases media y alta, procedentes de colegios y universidades católicos, así como de universidades nacionales que experimentan procesos de involución, al ser controladas por mafias adecas. Eso explica la contradicción de que, mientras la lucha estudiantil de las décadas de los setenta y ochenta se centraba en el logro de mas cupos y mayor presupuesto para las universidades, estos grupos juveniles derechistas actuales, hacen gala de su inclinación sifrina y elitesca, cuando se oponen a la política oficial de crear más casas de estudios superiores, y de brindar a los jóvenes de escasos recursos económicos, mayores oportunidades de acceso a las universidades y tecnológicos a través de la Misión Sucre.

Así mismo, adversan la Ley que pretende mejorar la seguridad alimentaria en el país, o a cualquier iniciativa que tienda hacia un reparto más equitativo del ingreso, probablemente porque el mantenimiento de una élite supone que la mayor parte de la población debe seguir viviendo en la pobreza. Uno entiende que para el catolicismo es muy importante que existan muchos pobres, que permitan a los fieles pudientes el ejercicio de la caridad a través de la limosna. Por eso en las homilías, los curas (con tan escasas como notables excepciones), suelen recomendar resignación a los pobres, recordándoles que el reino de Dios no es de este mundo, argumento que la iglesia no se aplica a sí misma, dada la enorme acumulación de riquezas materiales de las que dispone.

La inclinación fascista y racista de la juventud de derecha, se ilustra con el vocabulario y símbolos que emplean para descalificar al Presidente y sus partidarios, y con los ataques a camarógrafos y periodistas de medios oficiales, siguiendo la escuela de la cobarde agresión a la pintora Elsa Morales en tiempos de la Plaza Altamira, simplemente porque su aspecto indígena la asimilaba al chavismo. Pero si cabía alguna duda, la debilidad de liderazgo de la joven falange local, resultó patente ayer cuando se reunieron (Globovisión mediante), bajo el slogan “jóvenes dignos con Nixon Moreno”, en relación con el sujeto acusado de agredir, amenazar con arma de fuego e intentar violar a una funcionaria policial en Mérida, y quien desde hace meses es protegido de la Nunciatura Apostólica de Caracas. Es raro que no hayan adoptado el ya clásico “todos somos Nixon”.

La derecha es la misma dondequiera que se encuentre, porque defiende los mismos valores (monetarios) y emplea los mismos métodos basados en la cayapa. Si no, sólo busquemos información sobre cómo los “cívicos” de Santa Cruz, aprendieron del asedio fascista contra la embajada cubana en Caracas en el 2002 y lo están aplicando al consulado venezolano en la mencionada ciudad boliviana. Todo en el nombre de Dios… contra el macaco, el macaquito y Fidel.


(*) Profesor UCV


charifo1@yahoo.es


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Douglas Marín (*)


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