Asesinaron a un dirigente estudiantil de LUZ (Universidad del Zulia), otro estudiante en el estado Bolívar fue asesinado en un intento de robo. Las encuestas dicen que la inseguridad es la principal preocupación de los venezolanos. Así que políticamente para algunos es válido aprovechar el dolor ajeno, si ello genera simpatía al discurso político basado en la indignación. Durante el golpe de estado de abril del 2002, la oposición quería violencia, porque ésta le generaría los muertos, y la sangre a su vez serviría para enriquecer su oratoria mediocre. Imagine el lector el dolor o la rabia que sentiría al ver un familiar asesinado. Un hijo, un hermano, un padre, una madre, un amigo. Esa rabia difícil de manejar busca un culpable, alguien en quien descargar, independientemente de quien sea el culpable. Pues bien, esos sentimientos de dolor e indignación están siendo utilizados políticamente por mediocres que buscan votantes para su mensaje. Acusar a las instituciones resulta una estrategia facilista, pues se acusa a un abstracto, un intangible, sin importar la falsa ilusión de que el dolor pasará con un cambio de gobierno, pues cuando el dolor continúe quien haya logrado su objetivo, se olvidará de ese dolor y comenzará a justificar su política de gobierno.
No se trata de no exigir a los funcionarios a que no cumplan con su deber en las instituciones respectivas. Tampoco se trata de evadir y esconder los problemas sociales que generan violencia, y a su vez el clima de inseguridad. Me refiero a que la mediocre estrategia de aprovecharse del luto de una persona, debería ser rechazado por los medios de comunicación, porque banaliza el problema social y colabora con la impunidad, ya que la tan devaluada denuncia se convierte en proselitismo político.
El candidato de la oposición a la alcaldía de Heres es tan patético, que organiza una marcha para pintar groserías en la Casa del Congreso de Angostura. Su supuesto dolor por la muerte de un estudiante, mancha sus manos de sangre, tan miserables como las del asesino. Y quizás del asesino se pueda entender su inhumano proceder, porque seguramente no tuvo la formación adecuada. Pero de un político que pretende dirigir la municipalidad, solo puede interpretarse que la ambición desmedida le hace aprovecharse de todo. Es su ignorancia política la que le hace pintar groserías y vomitar sangre.
Esa política mediocre es una cultura imperial. De los gobernantes de Estados Unidos hemos aprendido con impotencia como utilizan el miedo para tener poder de destrucción y generar violencia como estrategia económica, política y social. Por supuesto que la manipulación de miedos y dolor es más sofisticada, pero tan indignante como la del analfabeta opositor que aspira la alcaldía de Heres.
El problema es que la situación se presenta en todo el país, porque se trata del plan de gobierno de la oposición. Sucedió con las fallas de suministro eléctrico, cuando por las calles de Ciudad Guayana detuvieron siete antisociales repartiendo cauchos para quemarlos y cerrar las avenidas. Mientras la gente esperaba con calma a que se resolvieran las fallas eléctricas, menores de edad borrachos en sus carritos de fiesta cerraban vías en una especie de “rumbaguarimba”. Hasta podría entenderse la inmadurez de estos prematuros antisociales, de no ser, porque la oposición está buscando un muerto. Pero no cualquier muerto, no se trata del asesinato del malandro “Pelo de rata” en un barrio cualquiera, sino de un muerto que cause conmoción, que estremezca los corazones de todos los venezolanos, para poder animarlos a salir a las calles y armar un caos de tal magnitud, que justifique asaltar al gobierno y todas las instituciones públicas. Y entonces la oposición salvadora, la elegante alternativa asumiría el poder. No tienen propuestas, no tienen proyectos, su plan son gotas de sangre para compensar una política mediocre.
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