El presente artículo apareció originalmente en la sección Criterio del semanario Todos Adentro.
Jamás imaginaría el apellido de nuestro comandante y líder de la Revolución Bolivariana, Hugo Chávez
Frías, asociado con los otros que aparecen
en el título de este Criterio.
Fue el matacuras, Leopoldo Castillo,
en su programa cotidiano llamado Aló
Ciudadano, quien escogió como invitado
de lujo para el pasado lunes al tristemente
célebre agente y vocero principal en
Venezuela de la CIA y el Pentágono,
Rafael Poleo, para que dedicara buena
parte de su miserable discurso antichavista
en contra de los riesgos que les representa
la Re vo lución Bolivariana, sus
contenidos y su carácter antiimperialista.
Poleo, agente pagado por algunos de
los organismos conspiradores que ma -
neja el Departamento de Estado yanqui,
se convirtió al comienzo de esta semana
en el vocero estrella de las respuestas
que esperaban los magnicidas, para evidenciar,
para poner al descubierto que era
el momento de asociar el nombre de un
socialista auténtico, como Hugo Chávez,
con un —absolutamente incompatible—
fascista como Benito Mussolini, heredero
de los postulados y miserias del nazismo.
Claro que el miserable lacayo Rafael
Poleo sabe que no hay comparación posible
entre la ideología fascista que representaba
Benito Mussolini y la ideología
bolivariana, revolucionaria y socialista
que representa nuestro comandante Hugo Chávez Frías. Pero el interés mediático
de los seudo-periodistas Poleo y
Castillo es confundir y, en el caso presente
que condenamos, es sembrar la asociación
directa del final que tuvo en su vida
Mussolini, quien muere linchado en una
plaza pública, con el deseo que esos criminales
aspiran para Chávez.
El criminal Rafael Poleo afirma y reafirma
su asociación entre Mussolini y
Chávez, con la esperanza de vender una
muerte similar para nuestro líder y
comandante. Es una clara incitación a
delinquir, una incitación al magnicidio.
Es un acto criminal de este par de delincuentes
disfrazados de periodistas,
amparados por ese canal, igualmente
lacayo del imperio, conocido por el nombre
de Globovisión.
Los terroristas Leopoldo Castillo y
Rafael Poleo deben ser sometidos a la
justicia venezolana. Estos criminales,
incitadores del magnicidio, deben pagar
por sus crímenes. El pueblo venezolano
está absolutamente harto de tanta impunidad
en nombre de una supuesta libertad
de expresión. Globovisión, como canal
terrorista y vendepatria, debe ser sancionado;
ellos usan el espectro que soberanamente
es propiedad del pueblo venezolano.
Tiene que llegar la hora de la
justicia.
Al momento cuando escribo esta nota
de Criterio no he conocido de una medida
sobre el caso por parte de la Fiscalía
General de la República. Tampoco la
opinión pública ha sabido de alguna
medida por parte de Conatel sobre el
tema. Yo abrigo la esperanza de que este
sábado, cuando ustedes estén leyendo su
Todosadentro, esos organismos de justicia
del Estado venezolano hayan asumido
las responsabilidades legales que les
corresponden y al menos hayan abierto
procesos contra los terroristas y delincuentes
mencionados.
Es un clamor de todo el pueblo. Y no
sólo del pueblo chavista, que es absolutamente
mayoritario, sino del pueblo
honesto en su totalidad.