Chivo cuidando jardín o enmendar es de sabios

A lo largo de la historia ha quedado ampliamente registrado y rebatido una infinidad de consideraciones y “axiomas” que por absurdos y chistosos que hoy nos parezcan, en su tiempo incluso llegaron a costarle la vida a unos cuantos que, al haber hecho compromiso con la verdad, se enfrentaron a todo un mundo de “inamovibles” y de “santificadas” creencias que en la totalidad de las veces correspondieron al calco con los intereses y la extrema procuración de bienestar y confort de algunos que, sin mucha paciencia y pedagogía, más por la hoguera que por los argumentos de la razón convencían de su realidad.  

En todas las épocas la mentira ha sido el pecado original que en forma de manzana o manipulación nos ha alimentado el engaño, y nos ha llevado a transitar y profesar en la locura de quienes, auxiliados por las ostias y la docta academia del fraude, han logrado erigirse, como todos unos eruditos, en los regentes de sociedades castradas por el miedo y la superstición, por la charlatanería de unos pocos que más por las cárceles y el cepo del condicionamiento clásico han legitimado su oscura y trastocada visión. 

Ante la cruz de un Cristo redentor quedó aquel evangelio que pretendía no sólo la audacia de la verdad sino el desempleo de todos los que hasta aquel entonces pregonaban lo que ahora mantiene a muchos, en su nombre, profesando las mismas mentiras que lo condenaron.  

Ahora cuando los Chivos del pasado nos quieren dar cátedras de democracia y nos quieren convencer de lo bueno que puede ser el avanzar hacia el mañana por la vía rápida del pasado, envalentonados se han dado a la batalla de “defendernos” mediante la archiconocida promesa del Principio de Alternabilidad. 

Cómo es que el Principio de Alternabilidad puede ser garantía de participación en nuestra democracia si bajo su excusa se pretende que el Poder Constituido tenga mayor valor, vigencia y legitimidad democrática que el siempre Oportuno Hecho Soberano de la Consulta a las mayorías para esclarecer y fortalecer la orientación de su voluntad que se ha venido reflejando y concretando en las últimas catorce elecciones, de oír de forma Directa, Universal y Secretamente la expresión de las mayorías ante cualquier posible ambigüedad que, el “espíritu de los tiempos” (Hegel), haya suscitado al texto constitucional. O es que acaso el Principio de Alternabilidad tiene por exclusiva norma y talante democrático el de mejorar las opciones de unos pocos en una elección en detrimento de las opciones de una mayoría. Acaso el Principio de Alternabilidad pierde su virginal encanto cuando, bajo enmienda constitucional, la participación.

O es que acaso el Principio de Alternabilidad tiene por exclusiva norma y talante democrático mejorar las opciones de unos pocos en una elección aun a costa de la mayoría, acaso el Principio de Alternabilidad pierde su virginal encanto cuando, bajo enmienda constitucional, la participación (postulación) se hace extensible aun para los que hayan culminado sus dos periodos al frente de un cargo de elección popular. Acaso el Principio de Alternabilidad no es y debe ser potestad exclusiva del soberano, del Poder Constituyente, manifestada no sólo en los actos comiciales sino también, y sobre todo, en la figura de los Referéndum Revocatorio. 

Es acaso ahora cuando debemos resignarnos y esclavizarnos ante nuestras decisiones pasadas, o sólo para el Presidente le cae oportuno eso de que “enmendar es de sabios”. De cuantos leguleyos “axiomas” hasta ahora nos hemos logrado desentender para llegar estar donde estamos, qué es lo que hemos perdido en esta ganancia de estar más cerca de lo que nunca hemos estado, inclusive cuando optábamos por las armas y desconocíamos el estado derecho. Cuánto han cambiado nuestros adversarios para creer que ahora si son democráticos y constitucionales.

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Waldo Munizaga


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